PRIVACIDAD EN LAS APPS DE CITAS
Esta periodista pidió a Tinder la información que tenían de ella... y recibió 800 folios de información personal
Las aplicaciones de citas son unas compañeras de ligue fundamentales en estos tiempos, pero son unas compañeras bastante cotillas.
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Tinder y otras apps similares han sustituido en muchas ocasiones los lugares en los que conocer gente. Al haber sentimientos de por medio pensamos que estamos como en un pub lleno de desconocidos, pero sin las molestias del mundo físico.
Nada más lejos de la realidad, porque realmente se parece más a un bar controlado por una mente privilegiada que sabe todo sobre ti y los demás. No llega al nivel de control planteado en la serie 'Westworld', pero funciona exactamente como cualquier otra red social que recopila nuestros datos, que son fundamentales para cualquier empresa tecnológica.
La periodista Judith Duportail ha contado en 'The Guardian' como, ayudada con un activista a favor de la privacidad y un abogado, se ha apoyado en las leyes de privacidad europeas para conseguir toda la información que Tinder guardaba de ella. Cuatro años de información y miles de recuerdos, buena parte de ellos olvidados, resumidos en 800 páginas.
Los recuerdos de la vida virtual suelen ser más efímeros y borrosos, pero los tentáculos de Tinder son alargados. Sabe el tiempo que tardas en dar un 'me gusta' o las conversaciones con gente desagradable que no llegan a buen puerto. En definitiva, todos tus secretos.
Duportail recibió todo lo que sabían, como los 'me gusta' de Facebook, las fotos de Instagram (incluso después de haber quitado la asociación en la cuenta), el nivel de educación, el rango de edad, las veces que se había conectado y la ubicación de cada conversación con cada persona.
En los mensajes privados es donde está la información más privada: chistes recurrentes, noches de 'me gustas' compulsivos, conversaciones subidas de tono y quizá unos trucos de ligar que podrían conformar el 'Arte de amar' de Ovidio en versión tecnológica. “Saben tu comportamiento en la app, en qué tipo de personas te fijas, qué palabras usas más...”, cuenta la periodista en el artículo.
Los datos los usan para ofrecer publicidad personalizada y ofrecer los perfiles más adecuados que te puedan interesar, como cualquier otra red social. El problema es que quizá es mucho más sensible una charla por ese canal que por WhatsApp. Y que la siguiente advertencia incluida en los términos de uso puede asustar un poco: “No deberías esperar que tu información personal, chats y otras comunicaciones siempre estén salvaguardadas”. A nadie le haría gracia un robo de datos masivo de Tinder...
La cuestión, siempre latente, de la personalización de la experiencia del usuario es que nos muestran el mundo tal y como queremos verlo, como Google basándose en nuestro historial de búsqueda.
La revelación que cuenta el diario británico no debería sorprendernos, es algo que sucede también en plataformas Facebook, pero existen estudios recientes que demuestran que los usuarios de apps como Tinder están dispuestos a revelar demasiada información sin darse cuenta, probablemente por el factor emocional.
La esperanza para los usuarios europeos está en la próxima ley de protección de datos, que unificará los derechos en todos los países y que obligará a todas las empresas que operan en la Unión Europea a ofrecer una mayor transparencia a sus usuarios en el tratamiento de su información personal.
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