DEMODEX
Los ácaros que viven en nuestra cara se unirán al cuerpo en un futuro
Un estudio de la Universidad de Reading, en Inglaterra, muestra nuestra relación con estos polizones microscópicos.
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Intenta no tocar tu cara mientras lees esto… pero que sepas que en este instante, en tu cara, hay ácaros microscópicos que viven en tus poros. Y cuando decimos que viven allí, es que cumplen todo su ciclo vital: nacen, se alimentan, defecan y mueren en los poros.
De acuerdo con un artículopublicado en 'PlosOne', estos ácaros conocidos como Demodex (una combinación de gordo y gusano aburrido, en griego) tienen todas las cualidades para darnos repelús: tienen ocho patas, son transparentes y los llevamos con nosotros desde que nacemos.
A esto habría que sumarle que, pese a llamarse "gusanos gordos y aburridos", no están emparentados con ellos, sino con los arácnidos: sí, son primos (lejanos) de las arañas. Su rutina diaria es similar a la de 'La Flaca', de la canción de Jarabe de Palo: duermen de día y salen por la noche a aparearse y comer.
Y en su dieta figura como el manjar más exquisito, la grasa en los poros de nuestro rostro, en particular mejillas y nariz. Y allí, por folículo, podemos llegar a encontrar media docena de ellos.
¿Los ácaros son una amenaza para las personas?
Lo bueno es que los ácaros (al menos estos) no representan amenazas conocidas para los humanos. Solo si se acumulan en cantidades realmente importantes pueden provocar una enfermedad llamada demodicosis o sarna demodéctica. La consecuencia es un brillo rojo o blanco en la piel que a menudo se vincula con una respuesta débil del sistema inmunológico.
De acuerdo con Michelle Trautwein, entomóloga de la Academia de Ciencias de California en San Francisco, nuestra relación con estos polizones microscópicos (apenas miden 0,3 milímetros) data de miles de años y "cuentan la historia de nuestros antepasados y de las migraciones humanas".
No pueden vivir sin nosotros
Pero ahora un nuevo estudio, publicado en 'Molecular Biology and Evolution', señala que se están convirtiendo en organismos tan simples debido a su estilo de vida que pronto podrían volverse uno con los humanos.
Se trata del primer estudio de secuenciación del genoma de este ácaro y gracias al mismo se descubrió que su existencia aislada y la consanguinidad resultante, están provocando que se desprendan genes y células innecesarias y avancen hacia una transición de parásitos externos a simbiontes internos. Básicamente, no pueden vivir sin nosotros.
"Descubrimos que estos ácaros – explica la líder del estudio Alejandra Perotti en un comunicado– tienen una disposición diferente de los genes de las partes del cuerpo a otras especies similares debido a que se adaptan a una vida protegida en el interior de los poros. Estos cambios en su ADN han resultado en algunas características y comportamientos corporales inusuales".
Lo que el estudio en profundidad del ADN reveló fue que debido a su existencia aislada, sin exposición a amenazas externas, sin competencia para infestar anfitriones y sin encuentros con otros ácaros con genes diferentes, la reducción genética los ha convertido en organismos extremadamente simples con patas diminutas impulsadas por solo 3 músculos unicelulares. Sobreviven con un repertorio mínimo de proteínas, el número más bajo jamás visto en esta especie y otras relacionadas.
Los ácaros están activos durante la noche
Esta reducción de genes es también la razón de su comportamiento nocturno. Los ácaros carecen de protección UV y han perdido el gen que hace que los animales se despierten con la luz del día. Tampoco producen melatonina, un compuesto que hace que los pequeños invertebrados estén activos durante la noche.
¿Cómo hacen entonces para "darle gasolina" a sus sesiones de apareamiento nocturnas? Utilizando la melatonina secretada por la piel humana al anochecer. De hecho, sus órganos reproductivos se han modificado para responder a esto: los machos tienen un pene que sobresale hacia arriba desde la parte frontal de su cuerpo, lo que significa que tienen que colocarse debajo de la hembra cuando se aparean.
Pero hay un problema: no hay mucha variación genética a la hora de elegir pareja, lo que dificulta la suma de nuevos genes a su descendencia y los lleva a un callejón sin salida evolutivo. Y a una posible extinción. Esto se había observado antes en bacterias que viven dentro de las células, pero hasta ahora nunca en un animal.
Dos curiosidades sobre los ácaros
Finalmente, dos curiosidades nuevas que conocemos gracias a este estudio. La primera es que estos ácaros tienen muchas más células a una edad temprana en comparación con su etapa adulta, algo que parece contradictorio, pero que según los autores es un argumento muy potente para señalar que están dando el paso para convertirse en simbiontes.
La última, para que nos vuelvan a resultar repelentes, es que hasta ahora se creía que estos primos de las arañas no tenían ano y al morir se descomponían en nuestra piel, liberando su carga de heces de toda la vida. "Afortunadamente" no es así y sí tienen ano, por lo que sus deposiciones se acumulan en nuestra piel… pero en cuotas.
"Se ha culpado a los ácaros por muchas cosas – concluye el coautor Henk Braig –. La larga asociación con los humanos podría sugerir que también podrían tener roles beneficiosos, simples pero importantes, como por ejemplo mantener los poros de nuestro rostro libres de impurezas".
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