DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL

Los adolescentes necesitan diferentes tipos de amigos para su salud mental

"La percepción que tiene un adolescente de cuán aceptado es socialmente particularmente influyente para predecir el bienestar adulto", señala un reciente estudio.

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Cada vez más los científicos se están centrando en comprender mejor el cerebro de los adolescentes, tanto desde una perspectiva vinculada a la salud mental como desde lo fisiológico. Uno de los últimos hallazgos o mejor dicho confirmación, es algo que se intuía: la importancia de la relación con los padres en la salud mental de los menores. Y a esto ahora se le suma un nuevo estudio publicado en Frontiers. En él, un equipo de científicos liderado por Emily Shah, ha descubierto que las amistades adolescentes podrían sentar las bases esenciales para el bienestar en la vida posterior, y que no solo el tipo de amistades que experimentan los adolescentes, sino también el momento en que se establecen esas amistades es fundamental.

"La percepción que tiene un adolescente de cuán ampliamente aceptado socialmente es por sus compañeros en la adolescencia temprana es particularmente influyente para predecir el bienestar adulto – señala Shah -. Por el contrario, en la adolescencia tardía, es la calidad de sus amistades más íntimas es más influyente para predecir el bienestar adulto".

Nuestras relaciones con otras personas afectan cómo nos sentimos con nosotros mismos, cómo funcionamos en la sociedad y nuestro bienestar psicológico; eso a su vez afecta nuestro bienestar físico. Esto es especialmente cierto en nuestros años de adolescencia, cuando comenzamos a depender del apoyo de nuestros pares y cuando la pubertad pone nuestros cuerpos bajo tensión. Las relaciones también pueden ayudar a gestionar las estresantes transiciones que enfrentan los adolescentes, desde los exámenes hasta los nuevos trabajos o la salida del hogar.

"Las amistades durante la adolescencia brindan a los jóvenes una de sus primeras incursiones en las relaciones íntimas consensuales – añade David Szwedo, coautor del estudio -. Dado que los amigos pueden ir y venir, las amistades son un contexto en el que los adolescentes deben desarrollar habilidades para mantener y hacer crecer la amistad o arriesgarse a perderla. Es probable que estas habilidades sean útiles posteriormente para formar amistades futuras y relaciones románticas a largo plazo".

Para llegar a estas conclusiones, el equipo de Shah analizó a 184 voluntarios, alumnos de un instituto en Estados Unidos, entre 13 y 14 años y luego los volvieron a ver cuando tenían 17 y 18 años. En ambos casos evaluaron la calidad de sus amistades cercanas, su aceptación social percibida y su simpatía según lo informado por sus compañeros. Finalmente, los investigadores se pusieron en contacto con estos adolescentes como adultos de 28 a 30 años para preguntarles sobre su salud física y mental, satisfacción laboral, inseguridad romántica y experiencia de agresión.

En general, los resultados mostraron que la aceptación social percibida era el mejor predictor del bienestar adulto. Cuando se contactó con ellos de adultos, los adolescentes que pensaban que sus compañeros los querían informaron niveles más bajos de ansiedad social y agresión, mejor salud física, satisfacción profesional y romántica y se sentían más conectados socialmente. Sin embargo, la simpatía que informaron los compañeros de los adolescentes no predijo bien ninguna faceta del bienestar adulto, lo que posiblemente sugiere que la propia percepción de un adolescente de su éxito social es particularmente importante.

Sin embargo, cuando los autores examinaron las dos etapas de la adolescencia por separado, el bienestar adulto se predijo mejor por la aceptación social para los adolescentes jóvenes y las amistades cercanas para los adolescentes mayores. Las amistades cercanas predijeron menor ansiedad social e inseguridad romántica y mayor satisfacción laboral.

La diferencia entre las dos etapas de la adolescencia también sugiere que el momento es fundamental. Si bien la autopercepción del éxito podría evitar que los adolescentes más jóvenes desarrollen ansiedad social y contribuir a prevenir una peor salud relacionada con el estrés, los niveles más bajos de aceptación social en los últimos años de la adolescencia no predijeron los resultados de salud.

Los autores advierten que, aunque el diseño longitudinal les permitió hacer un seguimiento de cómo cambiaba el bienestar con el tiempo, también hay que tener en cuenta que no formaron parte de una población que vivió la pandemia como adolescente, lo que podría afectar significativamente las experiencias sociales de los adolescentes y su bienestar futuro. Además, el estudio se basó en gran medida en medidas autoinformadas; las investigaciones futuras podrían complementarlas con medidas observacionales.

"Quiero que los adolescentes sepan que no están solos - añade Shah -. No es fácil ser un adolescente en este mundo, y elijo creer que los adolescentes están haciendo lo mejor que pueden con las habilidades que tienen. Espero que los adultos que interactúan con adolescentes consideren compartir esa perspectiva, para dar espacio a la empatía y la compasión".

Pero hay más a tener en cuenta a la hora de interactuar con adolescentes.

"Siempre es útil tener en cuenta que estudios como este señalan cosas que suceden en promedio, y que las cosas podrían ser diferentes para cualquier niño o adolescente en particular – concluye Szwedo -. Este estudio refuerza la importancia de que los adultos estemos al tanto de la vida social de nuestros hijos hablando con ellos, con sus maestros y sabiendo con quién están hablando en línea. Es útil que los padres no solo pregunten quiénes son los amigos de sus hijos adolescentes, sino también qué tan socialmente aceptados se sienten".

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