CADA DOS POR TRES HAY UNA 'AMENAZA'
Apocalipsis asteroide: ¿qué planes tenemos si choca uno con la Tierra?
Últimamente no paran de publicarse noticias sobre un posible impacto de meteorito contra nuestra planeta. ¿Alarmismo o peligro real?
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Hace unas semanas, un periódico de tirada nacional publicaba un alucinógeno titular: “El impacto de un asteroide destruirá la civilización en septiembre”. Incluso precisaba las fechas: ocurriría entre los días 22 y 28. Curiosamente, tan impactante noticia (no hace falta ser periodista para deducir que nuestra extinción constituye un buen titular) estaba enterrada en páginas interiores.
El desarrollo del artículo dejaba claro que se trataba de una teoría conspirativa, difundida por ciertos sectores de vaya a saber qué iglesia. En el tercer párrafo, un ingeniero de la NASA desdecía el titular, asegurando que la gente puede estar tranquila. Que, digan lo que digan por ahí, no hay previsto un Amageddon para este otoño.
Y, sin embargo, no hay mes que no leamos una noticia más o menos seria sobre el peligro potencial de un impacto contra la Tierra. Valgan, como ejemplo, dos titulares reales, publicados en abril de este año, en medios nada sospechosos de disparar alarmas apocalípticas gratuitamente: “Un asteroide pasará peligrosamente cerca de la Tierra en octubre de 2017” o “El riesgo de que choque un asteroide contra la Tierra es mayor de lo que se creía”.
También en este portal se han publicado avisos de la NASA por asteroides "potencialmente peligrosos" que pasan a muchísima más distancia de la Tierra de la que está la luna
Los astrónomos consideran que semejante alarma mediática está del todo injustificada, lo que no impide que mantengan los ojos bien fijos en el espacio. Es la labor, por ejemplo, del Catalina Sky Survey, un centro de la NASA dedicado a la observación y catalogación de cometas, asteroides y cualquier otro objeto que orbite cerca de nuestro planeta.
Uno de los telescopios del Catalina Sky Survey
Su prioridad son los asteroides con un diámetro mayor de un kilómetro, por ser los más peligrosos, aunque también se ocupan de objetos más pequeños, algo que no resulta fácil, por razones obvias: encontrar un trozo de materia de unos pocos metros en la inmensidad del espacio es prácticamente imposible incluso para los más sofisticados sistemas. Y, sin embargo, es importante intentarlo.
En 2013 tuvimos un recordatorio de esa importancia cuando un bólido de apenas 20 metros de diámetro impactó en Chelyabinsk, Rusia, con consecuencias más espectaculares que dramáticas.
Ni la NASA ni la ESA lo vieron llegar. Se calcula que el impacto generó una energía de 500 kilotones, esto es, 30 veces mayor que la bomba de Hiroshima. Afortunadamente, cayó en una zona despoblada, por lo que la onda expansiva solo hirió a 1.491 personas.
La Escala de Turín, que clasifica la peligrosidad de un meteorito, establece 10 niveles. El de Chelyabinsk fue de nivel 8, por tener una capacidad (demostrada, en este caso), de causar una destrucción localizada.
El temido impacto capaz de provocar nuestra extinción estaría, lógicamente, en el nivel 10. Los astrónomos aseguran que algo así ocurre una vez cada 100.000 años o más. El último impacto de esa categoría tuvo lugar hace 65 millones de años, y acabó con los dinosaurios. Según la estadística, por tanto, podemos retrasar los titulares apocalípticos unos 45 millones de años.
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