El astrónomo aficionado también descubre cometas y supernovas (y tiene su porqué)

La colaboración entre astrónomos aficionados y profesionales cada vez da más frutos. Los profesionales requieren la ayuda de los amateurs, porque éstos últimos también logran grandes descubrimientos astronómicos. ¿A qué es debido? Fundamentalmente son dos los aspectos a destacar:

1) Debido al abaratamiento de la tecnología, algunos astrónomos aficionados se han logrado hacer con un gran telescopio y sus accesorios (espectroscopios, cámaras CCD, monturas, etc), pudiendo obtener datos de gran calidad. A partir de unos 2.000 € puedes empezar a tener un equipo envidiable.

2) El astrónomo profesional debe de competir con otros astrónomos para obtener tiempo de observación, pudiendo observar una veintena de noches al año. El astrónomo aficionado, por contra, puede llegar a disponer de 10 veces más tiempo.

Teniendo en cuenta que hay muchos más astrónomos aficionados que profesionales, y que en una noche hay muchísimos más de los primeros que de los segundos observando el cielo, es cuestión de tiempo que hagan algún descubrimiento con sus telescopios.

En el campo de las supernovas, los aficionados están teniendo un papel muy activo. Las galaxias son objetos muy codiciados, y, en ocasiones, aprecian una luz brillante que “no debería estar ahí”. Además, recientemente (abril 2015) y usando la plataforma Zoouniverse, un total de cinco supernovas se catalogaron por astrónomos aficionados. Es lo que se conoce como "ciencia ciudadana".

En el descubrimiento de cometas y su seguimiento, también se han dado noticias. Han sido varios los hallazgos, tanto descubrimientos como eventos de oportunidad como estallidos inesperados. Un claro ejemplo de astrónomo aficionado cazador de cometas es el australiano Terry Lovejoy, que ya lleva cinco. Su más famoso hallazgo, por supuesto, el cometa Lovejoy, conocido astronómicamente como C/2014 Q2.

En el terreno de los exoplanetas, esto es, planetas que orbitan alrededor de otras estrellas, los aficionados también resultan de gran ayuda porque detectar un tránsito es algo relativamente sencillo, si dispones de un telescopio de tamaño medio (20-25 cm de apertura) y una buena cámara CCD. Misiones como la del observatorio espacial Kepler ponen a disposición del público general los candidatos a exoplaneta que ha detectado, y es ahí donde los aficionados pueden analizarlos obteniendo unas curvas de luz de excelente calidad debido a las veces que lo pueden observar: decenas de veces frente a las pocas ocasiones de las que disponen los profesionales.

Y otro ejemplo, menos habitual, son los últimos descubrimientos realizados en planetas del sistema solar. Tras el aviso, estos descubrimientos suelen ser seguidos por telescopios profesionales. Es el ejemplo del australiano Anthony Wesley, que descubrió una gran mancha negra en Júpiter en julio de 2009. Cuando los telescopios del observatorio de Mauna Kea (Estados Unidos) apuntaron al lugar de los hechos dedujeron que se debió al reciente impacto contra el planeta gigante de un cuerpo del tamaño de nuestro planeta.

Para reforzar la colaboración profesional vs. amateur, algo que interesa a ambas partes. En España, ya se han realizado dos ediciones de un congreso donde se pone de manifiesto esta simbiosis. Se trata de las reuniones Pro-Am y se celebró por primera vez en Córdoba (2009) y en su segunda edición en la localidad jienense de Alcalá la Real (2015). Con estas iniciativas se constata lo que ya es una realidad: que el científico aficionado tiene mucho que aportar a la ciencia.