EL MÁS VORAZ DEL UNIVERSO CONOCIDO
Los astrónomos descubren un agujero negro que engulle estrellas a un ritmo vertiginoso
El objeto astronómico es un cuásar, un agujero negro supermasivo muy brillante que se traga la materia a su alrededor. Con el tamaño de 20.000 millones de soles, este monstruo cósmico crece más rápido que todos los de su clase detectados hasta la fecha.
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Los cuásares son increíbles fenómenos astronómicos que se originan cuando un agujero negro situado en el núcleo de una galaxia engulle la materia que lo rodea. Si la gran energía que desprenden los convierte en los objetos más brillantes del universo conocido, el último descubierto se lleva la palma: si estuviera en la Vía Láctea, sería 10 veces más luminoso que una luna llena y apenas nos dejaría ver las estrellas en el firmamento.
La cantidad de estrellas que engulle este voraz monstruo, un agujero negro supermasivo situado a 12.000 millones de años luz, hace que crezca a una velocidad que supera a todos los observados hasta la fecha. Según explica el equipo internacional de astrónomos que lo ha detectado, es capaz de tragarse el equivalente en masa a dos soles cada 48 horas.
“Este agujero negro crece tan rápidamente que brilla miles de veces más intensamente que una galaxia entera, debido a la cantidad de gases que absorbe diariamente y que causan mucha fricción y calor”, indica Christian Wolf, uno de sus descubridores y coautor del estudio que recoge los hallazgos, publicado en ‘Publications of the Astronomical Society of Australia’.
El objeto cósmico, cuyo nombre técnico es QSO SMSS J215728.21-360215.1, tiene actualmente el tamaño de unos 20.000 millones de soles como el que gobierna la Vía Láctea y engorda un 1% cada millón de años.
Fue detectado gracias a su fulgor analizando los datos del satélite Gaia de la ESA, el telescopio espacial WISE de la NASA y el observatorio SkyMapper de la Universidad Nacional Australiana.
Al descubrirlo, los astrónomos no solo se asomaron a un punto lejano del cosmos, sino también al pasado: lo observaron tal y como era hace 12.000 millones de años, poco después del ‘big bang’. Gracias a instrumentos cada vez más sofisticados, los científicos pueden descubrir nuevas pistas sobre el origen del universo, los cuásares y los objetos que los rodean, pues su brillo permite detectar la sombra de otros elementos.
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