CREÍMOS QUE ESTABA HABITADA
¿Cómo veíamos la Luna antes de que Neil Armstrong llegara a pisarla?
Oh, la Luna, icono de lo romántico y de la ensoñación, satélite natural que a menudo ilumina los senderos nocturnos. Sin embargo, la Luna ha pasado diversas fases de interpretación por parte de la humanidad: desde que creímos que estaba llena de ciudades selenitas hasta que Neil Armstrong dejó su huella en su superficie.
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Ahora mismo sabemos casi a ciencia cierta que la Luna es un fragmento de la Tierra que se despredió debido a impacto de un meteorito. Pero hasta hace muy poco, la Luna inspiró muchas otras historias a su alrededor, la mayoría de ellas infundadas. Porque la Luna está tan próxima pero, a la vez, es tan inalcanzable…
Por ejemplo, el escritor del siglo II Luciano de Samóstata explicó en 'Historia verdadera' que una tromba marina había transportado su barco hasta la Luna y que allí tuvo que participar en una guerra entre el rey de la Luna y el rey del Sol. Curiosamente, según su libro, en la Luna no había mujeres, y los niños nacían de los hombres.
Ya a comienzos del siglo XVII, el obispo galés Francis Godwin describió un viaje a la Luna en un vehículo tirado por cisnes silvestres. Allí se topó con su mayor fantasía: un paraíso poblado por cristianos selenitas.
Otro ejemplo aún más excéntrico es el de Sir John Herschel, hijo del también astrónomo (y sir) Sir William Herschel. El 26 de agosto de 1835,' The Sun' de Nueva York publicó una trapisonda historia en la que Sir John y su ayudante habían distinguido por primera vez la superficie selenita gracias a un nuevo telescopio.
Con él alcanzaron a ver una roca basáltica verde oscuro, flores de color rojo y unas amapolas rosas. También había sitio para los animales, como “una especie de reno pequeño, un alce, una morsa, un oso con cuernos, un cuadrúpedo elegante de piel listada de un metro de altura, como una pequeña cebra y, lo más sorprendente, un castor bípedo sin cola, que caminaba erecto sobre las dos patas traseras, y que construía chozas de altas chimeneas que dejaban escapar humo”.
Lejos de estas especulaciones, fantasías y supercherías, parece ser que el primer mapa lunar (que se hizo sin instrumental alguno) fue dibujado en el año 1600 por un físico y médico inglés llamado William Gilbert. El primer mapa lunar dibujado con ayuda de un telescopio es atribuido a Thomas Harriot, en 1609.
Cuando era imposible llegar hasta ella
Durante milenios, muchos soñaron con viajar a la Luna, pero también muchos otros aseguraron que nunca lo lograríamos. Hasta ese momento, todo lo que se había escrito sobre la Luna y sobre la forma de viajar hasta ella eran meras fantasías delirantes. Así Julio Verne, por ejemplo, usó la ficción para concebir un cañón gigante para alcanzar la Luna en su novela 'De la Tierra a la Luna'.
También se creyó, hasta pocos años antes de alunizar, que viajar hasta allí era sencillamente imposible. Por ejemplo, en 1940, el físico John Stewart calculó que sólo podríamos llegar a la Luna más allá del año 2050. Hay que recordar que la distancia que existe entre la Tierra y la Luna es de 384.403 kilómetros, algo así como recorrer 30 veces el planeta Tierra, de modo que este pesimismo estaba en cierta manera justificado.
Con todo, el 4 de octubre de 1957, el Sputnik I -una bola metálica soviética- se convirtió en el primer objeto puesto en órbita por la humanidad. Cualquier persona del mundo podía ahora buscar en sus receptores de onda corta y escuchar los pulsos que emitía desde el espacio ("bip-bip-bip"). Al Sputnik I le siguió el Sputnik 2, como el segundo satélite en órbita y también el primero en llevar a un animal a bordo, una perra llamada Laika cuya trágica historia conocemos.
Estados Unidos no podía tolerar que la Unión Soviética pudiera superarles en esta carrera espacial, de modo que realizó una enorme inversión en medios humanos y técnicos. Hasta tal punto llegaron que incluso pusieron a trabajar para ellos a Wernher von Braun, el mejor diseñador de cohetes del mundo, que pasó de estar fuertemente implicado con las SS al servicio de Hitler a formar parte de la educación de muchos niños de América como participante en programas de Disney Channel.
El desenlace de la historia
Cuando la bota de Neil Armstrong imprimió la primera huella humana en el fino polvo gris de la superficie lunar, el mundo contempló sobrecogido por primera vez en la historia lo que había realmente allí. Se estima que 600 millones de personas presenciaron el alunizaje del Apolo 11. Era julio de 1969. Y por los pelos, porque el módulo aterrizó justo cuando sólo quedaban 17 segundos de batería.
Entre Armstrong y Nixon hubo una conversación telefónica que hizo historia, y que Armstrong rubricó diciendo: “Gracias, señor presidente, para nosotros es un honor y un privilegio estar aquí. Representamos no sólo a los Estados Unidos, sino también a los hombres de paz de todos los países. Es una visión de futuro. Es un honor para nosotros participar en esta misión hoy”.
Los primeros seres humanos selenitas, enfundados en trajes espaciales confeccionados a mano por equipos de mujeres, borraron de un plumazo las ideas erróneas y las mitologías que se habían creado alrededor de nuestro satélite natural. Pero como el ser humano es aficionado a fabular, han nacido otras nuevas, como que nunca hemos estado allí, o que la bandera que plantaron los astronautas no puede ser ondeada por el viento, entre tantas otras que defienden los amigos de la conspiranoia.
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