EXPEDICIONES ESPACIALES
Las cuevas volcánicas lunares, un posible refugio para astronautas
Los tubos de lava originados bajo la superficie de Marte y la Luna, cuyo tamaño se ha medido estudiando estas formaciones en la Tierra, son suficientemente grandes para dar cobijo a posibles exploradores espaciales.
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Los tubos de lava son cuevas con aspecto de túneles que se originan como consecuencia de una erupción volcánica. Cuando los ríos de lava expulsados por el cráter recorren grandes distancias, la parte superficial se enfría dando lugar a una costra bajo la que sigue circulando el fluido caliente. La disminución y, finalmente, cese del aporte de lava permite la formación de una cavidad bajo el techo sólido.
Estas cuevas, comunes en regiones volcánicas como las Islas Canarias, no están restringidas únicamente al interior de la corteza terrestre. Según se ha comprobado gracias a las imágenes tomadas por distintas misiones espaciales, abundan también en otros planetas como Marte y Venus, y en la Luna.
En esos otros mundos, “la existencia de tubos de lava se ha inferido a partir de la observación de cavidades lineares y sinuosas cadenas de galerías derrumbadas”, ha explicado Francesco Sauro, director de los proyectos geológicos CAVES y PANGEA de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Sauro es también coordinador de un reciente estudio que sugiere que los diámetros de los túneles volcánicos de Marte y la Luna son, respectivamente, 100 y 1000 veces superiores a los terrestres, que rondan entre 10 y 30 metros. La baja gravedad explica sus enormes dimensiones —que alcanzan los 1.000 millones de m3 en el satélite natural— y el hecho de que se hayan mantenido en su mayoría intactos.
Un refugio seguro para astronautas
Las cavidades lunares pueden tener longitudes de hasta 40 kilómetros. Según Sauro, no solo constituyen una magnífica oportunidad para explorar el subsuelo y la geología del satélite, sino también un potencial refugio para futuros exploradores cósmicos. “Son tan grandes que podrían contener el centro de la ciudad de Padua”, subraya el experto de la ESA, que también trabaja en la universidad de la localidad italiana.
El interior de los túneles alberga un ambiente estable en el que las temperaturas apenas varían entre el día y la noche. Además, su techo actúa como escudo ante la dañina radiación cósmica y solar y el impacto de pequeños meteoritos que a menudo sufren las superficies de los cuerpos espaciales.
La ESA lleva tiempo interesada en el estudio de estas cavidades volcánicas, pues aportan pistas sobre el origen y formación de los planetas y satélites y la posible existencia de vida (pasada o presente en Marte). Aunque, de momento, no se han llevado a cabo investigaciones in situ, la agencia tiene en marcha diferentes iniciativas para estudiar los homólogos terrestres de los tubos de lava marcianos y lunares.
Como parte de esos proyectos, grupos de astronautas, incluido Pedro Duque, se han convertido en espeleólogos como parte de los programas CAVES y PANGEA para explorar el interior de las cuevas volcánicas de las islas de Cerdeña, y Lanzarote, y las regiones cársticas de Eslovenia, entre otros lugares.
Tecnología para estudiar los túneles lunares
Para medir el tamaño y la morfología de las cuevas lunares y marcianas cuyos techos habían colapsado, el equipo de investigadores coordinado por Sauro y Riccardo Pozzobon, geólogo planetario en la Universidad de Padua, utilizaron modelos digitales del terreno. Mediante estas herramientas informáticas combinaron imágenes de satélite y datos de altimetría tomados por misiones espaciales para reconstruir el relieve de las cavidades.
Después, los expertos compararon los datos con estudios topográficos de orificios similares en la superficie terrestre y con escáneres láser del interior de tubos de lava de Lanzarote y las Islas Galápagos. Estos datos permitieron relacionar las proporciones de los túneles terrestres y los de la Luna y Marte para estimar el tamaño y morfología de estos últimos.
Con la ayuda de universidades e industria, la ESA está desarrollando tecnologías que operen en la superficie y subsuelo de la Luna para detectar penetrar en sus cráteres y túneles. Más de 36 astronautas de cinco agencias espaciales han pasado ya por los programas de geología y espeleología cósmica aquí en la Tierra. Parece que algunos de los exploradores cósmicos del futuro serán más bien espeleonautas.
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