VIAJE INTERESTELAR
El primer paso para los viajes espaciales: enviar microorganismos hibernados para despertarlos en destino
Algunas de las primeras naves espaciales que la humanidad lleve a otros sistemas solares podrían ser embajadoras de la Tierra mediante organismos que viajen a bordo en modo hibernación.
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La 'panspermia' es una teoría que dice que la vida a la Tierra pudo llegar del espacio exterior a través de moléculas orgánicas –o incluso sencillas formas de vida- que viajaban a bordo de asteroides. Eso sí, estas moléculas o seres incipientes tendrían que sobrevivir a las bajas temperaturas del espacio, a la radiación provocada por el Sol, a las altas temperaturas producidas por la reentrada atmosférica y, por supuesto, a las altas temperaturas y presiones producidas por el impacto.
Esta teoría tiene científicos tanto a favor como en contra, siempre teniendo en cuenta que los viajes se realicen dentro de un mismo sistema solar ya que, si suponemos una panspermia que engendró la vida desde otro sistema solar, a los inconvenientes del párrafo anterior se suma otro: el tiempo necesario para cubrir la distancia de una estrella a otra, que como mínimo sería de unas decenas de miles de años.
Ahora bien, ¿recuerdan el proyecto Breakthrough Starshot? Se trata de una flota de nanosondas que tendrían la tecnología suficiente para llegar al sistema exoplanetario más cercano -Proxima Centauri- en unos 20 años, aunque modelizaciones posteriores datan el viaje en unos 140 años al incorporar al conjunto de sondas una vela cósmica para realizar una maniobra de frenado y estabilizarse en una órbita alrededor del exoplaneta.
Por otro lado, Jeff Kuhn, físico de la Universidad de Hawai, afirma que “el proyecto ofrece una gran oportunidad para investigar la panspermia interestelar, la idea de que la vida podría haberse propagado de un lugar a otro a través de nuestra galaxia". Lo que Jeff Kuhn propone es incorporar esporas hibernadas al proyecto. Utilizando estas nanosondas, o algunas de ellas que fueran capaces de hacer una reentrada atmosférica en un exoplaneta y llegar a la superficie sin dañar la carga biológica.
El problema del tiempo de viaje queda solucionado, ya que pasamos de varias decenas de miles de años a una horquilla que se mueve entre 20 y 140 años. Y está solucionado porque es factible que esporas en hibernación aguanten la duración del viaje. "Si todo va bien, grandes flotas de estas pequeñas naves podrían comenzar a lanzarse hacia Proxima Centauri y otros mundos cercanos en los próximos veinte años", afirman representantes del proyecto.
Una vez las esporas estén en superficie, se liberaría automáticamente los nutrientes necesarios que harían que la espora despertase y se desarrollase. De este modo se produciría una panspermia en un exoplaneta, una panspermia interestelar con vida generada en otro planeta distinto: el nuestro.
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