DESCUBRIMIENTO CIENTÍFICO
Un satélite con complejo de cometa: la Luna tiene dos colas
Los científicos de la NASA han descubierto la segunda de las colas de la Luna. Como si tratara de imitar a un cometa, a nuestro satélite le siguen dos estelas: una de gas y otra de polvo.
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A pesar de no poder compararse en tamaño a los planetas del Sistema Solar y de lo cerca que la tenemos, la Luna continúa guardando muchos secretos. El primero de ellos es su origen, ¿cómo se formó el satélite que lleva millones de años custodiándonos?
La teoría más aceptada hasta la fecha sostiene que un objeto, de la talla aproximada de Marte, chocó contra la Tierra. La colisión habría liberado diferentes pedazos y uno de ellos habría permanecido girando alrededor de nuestro planeta, dando lugar a nuestra compañera rocosa. Aunque cada vez hay más pruebas que refrendan la hipótesis, aún no está del todo claro si es la correcta.
Para encontrar un segundo ejemplo de misterios lunares, no hace falta remontarse tan atrás en el tiempo. Un equipo de científicos de la NASA ha confirmado recientemente que, como si tratara de imitar a un asteroide, el satélite tiene dos colas que le siguen en su rotación.
La primera de las estelas fue descubierta en 1998 desde la superficie terrestre. Los investigadores del Observatorio McDonald (nada que ver con las hamburguesas) en Fort Davis, Texas, se asomaban al cielo nocturno a través de las lentes de sus telescopios para seguir la lluvia de estrellas de las Leónidas cuando, por casualidad, dieron con el rastro.
La Luna deja una huella de sodio que se aleja más de 800 kilómetros de su superficie y que, según sus descubridores, cambia de aspecto con el tiempo. El gas proviene de su fina ‘atmósfera transitoria’, como la de los cometas: “Se reproduce continuamente por evaporación de los materiales de su superficie, para perderse después o impactar de nuevo con el suelo”, explicaba el astrónomo de la NASA Michael Mendillo.
Cuando hay luna nueva, los átomos del gas tardan un par de días en escapar de esta efímera bolsa. Lo hacen debido a la presión ejercida por la radiación solar (los fotones ejercen una fuerza importante sobre los átomos) y la atracción de la gravedad terrestre, que da al penacho su forma alargada. Sin embargo, los expertos encontraron que la verdadera razón de su existencia son los micrometeoros que golpean a menudo su superficie, un efecto aún más acusado durante las lluvias de estrellas.
Tras el primer hallazgo, la NASA quiso indagar sobre al asunto de la cola lunar y envió al explorador LADEE (de ‘Lunar Atmosphere and Dust Environment Explorer’) a analizar el suelo y los alrededores del satélite. Durante los siete meses (entre 2013 y 2014) que la sonda ha pasado en órbita, uno de sus sensores encontró una segunda estela.
El instrumento, que medía la radiación absorbida y reflejada por diferentes compuestos, detectó una señal distinta a la del sodio. Sus descubridores han presentado recientemente los hallazgos en la Conferencia de Ciencias Planetarias y Lunares: después de descartar otras opciones, los científicos creen que se trata de una estela de minúsculas partículas de polvo.
Los granos son tan pequeños y se encuentran tan esparcidos que no pueden observarse desde la Tierra y ni siquiera la sonda LADEE fue capaz de recogerlos. Los científicos creen que la estela se debe a los mismos efectos la constituida por sodio: la presión ejercida por la radiación solar y los choques de asteroides contra el suelo.
Además, si otros satélites presentasen las mismas características, habrían encontrado una nueva forma de estudiar su composición sin necesidad de posarse sobre su superficie. Sus colas hablan por ellos.
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