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ASTROMININOS DE HIELO Y ROCA

Whiskers, Garfield y Calcetines: hay más de sesenta gatos habitando los anillos de Saturno

Los investigadores de la misión Cassini apodan con nombres de minino a decenas de pequeños cuerpos y satélites menores situados en uno de los anillos exteriores de Saturno. A Alpha Leonis Rev 9, por ejemplo, se le conoce también como Guantes.

Los anillos de Saturno están formados por innumerables partículas de diversos tamaños

Los anillos de Saturno están formados por innumerables partículas de diversos tamañosNASA/JPL/Space Science Institute

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La idea de que existan gatos cósmicos suena, como mínimo, a argumento de película de ciencia ficción de bajo presupuesto. Pero no hace falta acudir al cine de serie B para oír hablar de astromininos: no tienen bigotes ni maúllan, pero ya hay toda una horda felina orbitando Saturno.

Lo que sí tienen son nombres como Garfield, Calcetines, Whiskers y Blandito. Elegidos por los científicos de la misión Cassini, los apelativos no corresponden a ningún tipo de ser extraterrestre, sino a un grupo de pequeños satélites y objetos celestes que ocupan uno de los anillos exteriores del gigante gaseoso.

Así, los nombres gatunos que reciben son en realidad seudónimos cariñosos inventados por los científicos para sustituir a las verdaderas denominaciones astronómicas de los satélites, bastante más aburridas. Guantes, por ejemplo, se llama oficialmente Alpha Leonis Rev 9.

El fino anillo F visto por la sonda Cassini
El fino anillo F visto por la sonda Cassini | NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute

Los instrumentos de la nave, que se desintegró el mes pasado en la atmósfera de Saturno, han revelado la existencia de al menos 60 de estas lunas diminutas durante los más de 13 años que ha durado el periplo de la sonda. Sus responsables aquí en la Tierra las han bautizado con nombres de gato porque -dicen- también tienen varias vidas y van y vienen a su aire.

Estos mininos espaciales se encuentran en el anillo F -los aros reciben el nombre de las distintas letras del alfabeto-, uno de los más débiles y delgados del sistema. No se trata de una estructura sólida, sino que está compuesto de partículas que contienen agua helada con tamaños que van desde el de polvo apenas perceptible al de rocas de varios metros de diámetro.

Sus apelativos técnicos derivan de los fenómenos conocidos como ocultaciones, que ocurren cuando un cuerpo celeste tapa completamente a otro al interponerse entre él y un observador, pareciendo más grande a ojos de este último. Así es como Cassini desvelaba la presencia de los pequeños objetos: cuando estos se colocaban ante una estrella.

Su sombra los delata

Gracias al espectrógrafo ultravioleta de la sonda, los científicos del experimento UVIS (de 'Ultraviolet Imaging Spectrograph') pueden detectar las variaciones sufridas por la luz al pasar a través de las partículas de los anillos y apreciar las siluetas opacas de las diminutas lunas, invisibles para las cámaras por su pequeño tamaño.

El sofisticado instrumento les ha permitido observar más de 150 ocultaciones durante toda la misión bajo la batuta del investigador principal, Larry Esposito, quien descubrió el anillo F de Saturno en 1979 cuando trabajaba para la misión Pioneer 11 de la NASA.

 IMAGEN 2: Los pequeños cuerpos pueden crecer y llegar a separarse del material de los anillos para formar un satélite
IMAGEN 2: Los pequeños cuerpos pueden crecer y llegar a separarse del material de los anillos para formar un satélite | NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute

En un estudio publicado en 'Icarus', el equipo describe las tres categorías principales en las que clasifican los cuerpos que encuentran. Primero, consideran lunas o satélites menores a los que tienen una consistencia sólida; segundo, el grupo de los 'carámbanos' incluye aquellos agregados algo más pequeños que dejan pasar parte de la luz; por último, llaman 'núcleos' a las variaciones de luz que no están asociadas con ninguna masa que cumpla los criterios para pertenecer a la familia felina.

Pero los gatos no pertenecen a una categoría durante toda su vida: las partículas cambian de forma porque se producen abundantes choques entre ellas que pueden provocar la desintegración de unas o la unión de otras. De hecho, algunas pueden crecer tanto que emergen del anillo y pasan a constituir verdaderas lunas: según han comprobado Esposito y sus colegas, los cuerpos son especialmente dinámicos en la zona cercana a Prometeo y Pandora, los dos satélites más cercanos al anillo F, con los que podrían estar relacionados de alguna forma.

Aunque los científicos siguen estudiando y bautizando estos objetos, ninguno será testigo de su evolución. Ya no hay ninguna nave orbitando Saturno y, aunque la hubiera en el presente o la haya en el futuro, es prácticamente imposible que vuelva a detectar los mismos cuerpos otra vez entre los millones que rodean al planeta. No sabremos qué será de estos Guantes, Garfield y Calcetines cósmicos ahora que se han escapado.

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