HIPOTÁLAMO VENTROMEDIAL
Descubren el circuito cerebral que regula la aceptación o el rechazo femenino
"Solo estamos empezando a arañar la superficie de cómo el cableado interno del cerebro organiza el comportamiento social, pero hay mucho más que aprender", señalan los autores del estudio.
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La neurocientífica Susana Carmona, especializada en la neuroplasticidad del cerebro de mujeres embarazadas, sostiene que "sabemos más del universo que del cerebro de las mujeres". Afortunadamente la ciencia avanza y si bien esta verdad se mantiene, la brecha se hace menos amplia.
Un equipo de la Fundación Champalimaud (CF) ha identificado un circuito neuronal crítico para el rechazo sexual, identificando un conjunto de células cerebrales que desempeñan un papel crucial a la hora de determinar si una hembra acepta o rechaza los intentos de apareamiento en función de su ciclo reproductivo. Los hallazgos, publicados en Neuron, profundizan nuestra comprensión de cómo el cerebro regula los comportamientos sociales y reproductivos.
De acuerdo con el estudio, las hembras de mamíferos como los roedores, aceptan los intentos de apareamiento solo durante su fase fértil y rechazan activamente a los machos fuera de este período. Si bien las áreas cerebrales que controlan la receptividad sexual están bien estudiadas, los mecanismos detrás del rechazo activo no lo están tanto.
"El rechazo sexual no es solo la ausencia de receptividad, es un comportamiento activo – sostiene Susana Lima, autora principal y jefa del Laboratorio de Neuroetología de CF -. Las hembras exhiben acciones defensivas como huir, patear o pegarle al macho. Queríamos entender cómo el cerebro cambia entre estos dos estados de comportamiento drásticamente diferentes". Y la clave está en una región específica del cerebro.
Se trata del hipotálamo ventromedial (VMH), una región cerebral evolutivamente antigua que controla el comportamiento social y sexual en todas las especies, incluidos los humanos.
"Sospechábamos que el VMH podría albergar una población separada de células dedicadas al rechazo, basándonos en experimentos previos de imágenes de baja resolución que mostraban la actividad del VMH tanto durante la aceptación como el rechazo de las insinuaciones masculinas", añade Lima.
Los autores se centraron en el VMH anterior, un área menos explorada, en particular en las células que responden a la hormona progesterona, que fluctúa a lo largo del ciclo reproductivo. "Estas neuronas son ideales para estudiar cómo el cerebro femenino alterna entre la aceptación y el rechazo durante el ciclo", señala el coautor, Nicolás Gutiérrez-Castellanos.
"Entender este cambio nos da una idea de cómo el cerebro integra las señales del entorno y del cuerpo para dar forma al comportamiento - afirma Gutiérrez-Castellanos -. Es un ejemplo sorprendente de cómo el mismo estímulo (en este caso, un macho ansioso) puede provocar comportamientos completamente opuestos, dependiendo del estado interno de la hembra".
Mediante técnicas como la fotometría de fibra (que rastrea la actividad cerebral en tiempo real midiendo las señales de calcio), el equipo de Lima observó el comportamiento de estas neuronas sensibles a la progesterona en ratones hembra receptivos y no receptivos durante las interacciones con los machos.
Los resultados fueron sorprendentes: las neuronas del VMH anterior se volvieron muy activas en las hembras no receptivas, lo que se correlacionaba con acciones defensivas como patear y pegar, pero eran mucho menos activas en las hembras receptivas.
"Cuando una hembra está fuera de su ventana fértil, estas neuronas se vuelven muy activas, lo que provoca el rechazo. Pero durante la fertilidad, su actividad disminuye, lo que permite que se produzca el apareamiento", señala el estudio.
Pero, ¿cómo se activan o desactivan estas neuronas en función de la fertilidad? Para responder a esta incógnita realizaron experimentos de electrofisiología, midiendo la actividad de las neuronas sensibles a la progesterona en cortes cerebrales.
"Descubrimos que, en las hembras no receptivas, estas neuronas recibían más señales excitatorias, lo que las hacía más propensas a activarse – confirma Gutiérrez-Castellanos -, mientras que, en las hembras receptivas, recibían más señales inhibidoras, lo que reducía su probabilidad de activación. Es un testimonio de lo adaptables y flexibles que pueden ser las conexiones neuronales en el cerebro".
Para confirmar estas conclusiones, estimularon artificialmente las neuronas durante la fase fértil. El resultado fue que las hembras mostraron indujo comportamientos de rechazo como patear y patear. "Es como encender un interruptor: aunque las hembras eran fértiles, actuaban como si no lo fueran", subraya el estudio.
Por el contrario, silenciar estas neuronas con un fármaco químico en hembras no receptivas redujo las conductas de rechazo, aunque curiosamente no las hizo completamente receptivas, lo que indica que dos poblaciones distintas de neuronas, una que controla el rechazo y la otra la receptividad, trabajan en conjunto para producir la conducta adecuada según el estado interno de la hembra.
"El VMH existe en los humanos y probablemente desempeña funciones similares – concluye Lima -. Solo estamos empezando a arañar la superficie de cómo el cableado interno del cerebro organiza el comportamiento social. Hay mucho más que aprender, pero estos hallazgos nos acercan un paso más a la comprensión de cómo los mecanismos neuronales y los estados internos impulsan interacciones sociales complejas, desde el comportamiento sexual hasta la agresión y más allá".
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