HD 104067
Descubren un exoplaneta volcánico a 66 años luz que brilla con luz propia por su superficie de lava fundida
"Es un planeta terrestre que describiría como Ío con esteroides", explica Stephen Kane, su descubridor.
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El satélite cazador de exoplanetas TESS de la NASA ha revelado un sorprendente mundo volcánico a 66 años luz, donde la presión ejercida por sus vecinos hace que brille con lava fundida.
Denominado HD 104067, el nuevo planeta descubierto por TESS es un planeta rocoso como la Tierra, pero un 30% más grande. Sin embargo, a diferencia de la Tierra, tiene más en común con Ío, la luna rocosa más interna de Júpiter y el cuerpo volcánicamente más activo de nuestro sistema solar.
"Este es un planeta terrestre que yo describiría como Ío con esteroides", explica en un comunicado su descubridor Stephen Kane, astrofísico de la Universidad de California Riverside. "Se ha visto obligado a una situación en la que constantemente explotan volcanes. En longitudes de onda ópticas sería posible ver un planeta brillante y al rojo vivo con una superficie de lava fundida".
Más caliente que algunas estrellas
Kane calculó que la temperatura de la superficie del nuevo planeta, TOI-6713.01, sería de 2.600 grados Kelvin, que es más caliente que algunas estrellas.
Las fuerzas gravitacionales son las culpables de la actividad volcánica tanto en Ío como en este planeta. Ío está muy cerca de Júpiter. Kane explicó que las otras lunas de Júpiter obligan a Ío a adoptar una órbita elíptica o "excéntrica" alrededor del planeta, que a su vez tiene una atracción gravitacional muy fuerte.
"Si las otras lunas no estuvieran allí, Ío estaría en una órbita circular alrededor del planeta y estaría tranquila en la superficie. En cambio, la gravedad de Júpiter aprieta tanto a Ío que entra en erupción en volcanes constantemente", dijo Kane.
Del mismo modo, hay dos planetas en el sistema HD 104067 que están más lejos de la estrella que este nuevo planeta. Esos planetas exteriores también están obligando al planeta rocoso interior a adoptar una órbita excéntrica alrededor de la estrella que lo aprieta mientras orbita y gira.
Kane compara este escenario con el raquetbol, donde la pequeña pelota de goma rebota más y se calienta más a medida que es golpeada constantemente con paletas. Este efecto se llama energía de las mareas, un término utilizado para hacer referencia al efecto gravitacional de un cuerpo sobre otro. En la Tierra, las mareas son principalmente el resultado de la gravedad de la Luna que arrastra nuestros océanos.
En el futuro, a Kane y sus colegas les gustaría medir la masa del planeta en llamas y conocer su densidad. Esto les diría cuánto material hay disponible para expulsar de los volcanes.
Kane dijo que los efectos de las mareas en los planetas no han sido históricamente un gran foco de investigación sobre exoplanetas. Quizás eso cambie con este descubrimiento.
"Esto nos enseña mucho sobre los extremos de la cantidad de energía que se puede bombear a un planeta terrestre y las consecuencias de ello", dijo Kane. "Si bien sabemos que las estrellas contribuyen al calor de un planeta, la gran mayoría de la energía aquí proviene de las mareas y eso no se puede ignorar".
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