ONDA VIAJERA
Descubren el secreto rítmico de la onda de Radcliffe
Este fenómeno representa la estructura coherente más grande observada en la Vía Láctea.
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La onda de Radcliffe, una enorme estructura gaseosa cercana a la Vía Láctea compuesta por numerosas formaciones estelares, fue descubierta en 2020 y ahora los científicos han determinado que se mueve de forma parecida a la "ola" que hacen los aficionados en un estadio de fútbol.
Un estudio que publica Nature y que encabeza la Universidad de Harvard (Estados Unidos) ha usado el movimiento de las estrellas bebé nacidas en las nubes gaseosas a lo largo de la onda Radcliffe para rastrear el movimiento de su gas natal y demostrar que realmente ondula.
Combinando datos de la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea con la técnica de "mapeo de polvo en 3D", un equipo observó la aparición de un patrón que condujo al descubrimiento de la Onda Radcliffe, una enorme cadena de nubes que da origen a cúmulos de estrellas a solo 500 años luz del Sol en su punto más cercano,
La nueva investigación ha determinado que esta estructura no solo tiene el aspecto de una ola, sino que también se mueve como tal, oscilando a través del espacio-tiempo, indicó la Universidad de Harvard en un comunicado.
Usando una nueva versión de los datos de Gaia, el equipo asignó movimientos en 3D a los jóvenes cúmulos estelares de la onda y pudo determinar que toda ella se mueve arriba y abajo como lo que los físicos llaman una "onda viajera".
Comprender el comportamiento de esta gigantesca estructura permite ahora a los investigadores centrar su atención en cuestiones aún más difíciles, como determinar qué la causó y por qué se mueve de esa forma.
Hasta ahora, las teorías son variadas, desde explosiones de estrellas masivas, llamadas supernovas, hasta perturbaciones fuera de la galaxia, como una galaxia satélite enana que colisiona con nuestra Vía Láctea.
El artículo también incluye un cálculo sobre la cantidad de materia oscura que podría estar contribuyendo a la gravedad responsable del movimiento de la onda.
El resultado es que no se necesita materia oscura significativa para explicar ese movimiento y que la gravedad de la materia ordinaria basta por sí sola para impulsar el ondulamiento.
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