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EN EL YACIMIENTO DE INCARAL

En busca de los primeros europeos en el fondo de un lago lleno de hienas gigantes

Un equipo de investigadores busca fósiles humanos en una cantera de cal catalana en la que vivieron dientes de sable, elefantes y rinocerontes gigantes hace 1,4 millones de años.

Yacimiento de Incarcal

Bienvenido Martínez y Joan Madurell, codirectores del yacimiento de Incarcal ICP

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En la Semana Santa de 1985, pocos días después de que Mijaíl Gorbachov se hiciera con el poder en la URSS, un joven estudiante de paleontología levantó su pico en una cantera de cal catalana conocida como Incarcal. La punta de acero cayó con todo el ímpetu de un chaval de 21 años. Y sonó raro al golpear el suelo. Sin querer, el estudiante acababa de agujerear el que incluso así es uno de los cráneos de dientes de sable mejor conservados de Europa. Había permanecido escondido bajo la tierra arcillosa de la cantera durante unos 1,4 millones de años. El cráneo, hoy expuesto en el Museo Arqueológico de Banyoles, sigue teniendo el agujero.

“El paleontólogo que diga que nunca ha roto un hueso es que nunca ha trabajado”, bromea hoy aquel estudiante, a punto de cumplir 50 años. Es Bienvenido Martínez, convertido en codirector del yacimiento, en el municipio de Crespià, junto al también paleontólogo Joan Madurell. Desde los comienzos de la excavación, en la década de 1970, los diferentes investigadores que han pasado por el lugar han removido unas 400 toneladas de tierra, obteniendo unas 1.600 piezas de valor, como restos fósiles de hienas gigantes, rinocerontes, elefantes, caballos y ciervos descomunales.

Y, destaca Martínez, hipopótamos. “Si hubo hipopótamos es que había agua en abundancia y no estaba congelada. Significa que el clima era benigno. No es una garantía para encontrar fósiles humanos, pero estoy convencido de que aquí hubo presencia humana”, reflexiona el investigador, del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social.

Martínez habla con mucha cautela, consciente de que todavía no ha aparecido ni rastro de presencia humana en la zona, pero con conocimiento. A comienzos de este año, un equipo codirigido por el paleontólogo presentó la muela de leche fósil de un niño o una niña de unos 10 años que vivió hace 1,4 millones de años en el yacimiento granadino de Orce. Hasta la fecha, este es el primer europeo conocido, perteneciente a una especie humana quizá predecesora del Homo antecessor hallado en Atapuerca, en Burgos.

La fauna descubierta en el yacimiento de Incarcal es la misma que la hallada en Orce, excepto por la ausencia de los animales más buscados: los humanos. “Si hay un yacimiento en España en el que pueda aparecer presencia humana, junto a Orce y Atapuerca, es este”, opina Madurell, del Instituto Catalán de Paleontología.

Como suele ocurrir en el campo de la prehistoria, los primeros hallazgos en el yacimiento se produjeron por casualidad. En este caso, si aparecen restos de los primeros europeos, habrá que dar gracias al desarrollismo vivido en la última etapa de la dictadura franquista. Entonces, un empresario, Francesc Ventura Siqués, planteó la producción de un cemento con carbonato como aditivo. En 1966 alquiló la parcela de la futura cantera, en el municipio de Crespià. Había nacido Incarcal, acrónimo de Industrias de Carbonato Cálcico.

La cantera, hoy propiedad del Grupo Uralita, fue explotada en sus comienzos sin muchos remilgos paleontológicos. Los pozos llenos de arcilla, en los que se encuentran los fósiles, eran dinamitados para facilitar el acceso de las máquinas excavadoras a las rocas carbonatadas. Los restos de los primeros europeos podrían perfectamente haber volado por los aires.

Madurell y Martínez han terminado esta semana la campaña de excavación de este año y sigue sin haber ni rastro de presencia humana. Hace 1,4 millones de años, el yacimiento de Incarcal era un lago al que corrientes de agua arrastraban cadáveres de animales. El paleontólogo Julià Maroto, que fue director de las excavaciones hasta 2003, cree que en ese entorno “es bastante improbable” que aparezcan restos humanos. “Hablamos del fondo de unas lagunas”, recalca el investigador, profesor de Prehistoria en la Universidad de Girona.

Sin embargo, Madurell y Martínez creen que si en ese fondo de lagunas han desenterrado fósiles de hienas y elefantes, también pueden aparecer restos de los primeros europeos conocidos. “Las posibilidades son pocas, pero no nulas. Además, Incarcal es un embudo, no sabemos dónde llegaba el nivel del agua. Y, desde luego, si no buscas seguro que no encuentras”, sostiene Martínez.

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