CIENTÍFICOS DEL INSTITUTO TECNOLÓGICO DE CALIFORNIA
Logran desarrollar una imagen del manto de la Tierra
Estudiar las características geológicas de la superficie de la Tierra es algo relativamente sencillo, pues estamos en contacto con ella. Pero, ¿qué pasa cuando lo que queremos estudiar se encuentra a 2.900 kilómetros de profundidad? Este es el desafío al que se enfrentan los geólogos cuando tratan de describir la composición del manto y del núcleo de la Tierra.
Publicidad
Las observaciones sísmicas nos han dado pistas sobre la naturaleza de las estructuras que forman una región muy concreta: el límite entre el núcleo metálico de la Tierra y su manto de silicatos. Un área cuya composición es clave para entender la evolución y la dinámica de nuestro planeta, y que se sabe contiene restos de placas que se originaron cerca de la superficie de la Tierra, así como zonas de composición y mineralogía bastante desconocidas.
Ahora, un equipo de científicos del Instituto Tecnológico de California ha obtenido nuevas pruebas que ayudan a dilucidar el origen de las características tan especiales que se intuyen en esta zona límite entre el núcleo y el manto terrestre.
“Hemos descubierto que la bridgmanita, el mineral más abundante de nuestro planeta, es un candidato bastante probable para ser el material que ocupa esas regiones – explica Jennifer Jackson, co-autora de este trabajo que se publica en la revista Journal of Geophysical Research: Solid Earth. “Se extendería aproximadamente por el 20% de esta zona, y subiría hasta una profundidad de 1.500 kilómetros… ¡en total un volumen similar al de nuestra luna!”, afirma la investigadora.
Para demostrar su hipótesis, los científicos han simulado en laboratorio las condiciones extremas que tienen lugar en el interior de nuestro planeta. En concreto, las mediciones se tomaron con rayos X sobre muestras de bridgmanita sintética comprimidas a una presión atmosférica más de un millón de veces superior a la de la Tierra y calentadas a miles de grados centígrados. Esta información permitió a los investigadores comparar los resultados con las observaciones sísmicas realizadas en la región límite entre manto y núcleo.
“Estas medidas realizadas simulando las condiciones de las aguas profundas del manto nos revelan que es probable que esta zona sea densa y rica en hierro, y esto ayuda a que la bridgmanita permanezca estable”, explican los investigadores. Para comprobarlo, midieron el comportamiento del hierro en una estructura cristalina de bridgmanita, encontrando que la estructura se mantuvo estable a condiciones extremas de temperatura y presión.
Además, los autores indican que no parece que en esta zona haya elementos radiogénicos, ya que desestabilizarían la estructura, hecho poco probable cuando los análisis demuestran que esta área tiene cientos de millones de años de antigüedad. “Todavía hay mucho trabajo por hacer”, reconocen los investigadores. “Es necesario identificar la dinámica de esas placas de subducción detectadas, pues creemos que tuvo un papel importante a la hora de dar forma a esas grandes regiones de bridgmanita”.
Publicidad