SEGÚN UN NUEVO ESTUDIO SOBRE EL MICROBIOMA
Con soja y mayor variedad de carne y pescado mejorarás tu salud intestinal
La pérdida de diversidad dietética durante los últimos 50 años en muchos países desarrollados puede ser un factor que haya contribuido considerablemente al crecimiento exponencial de la obesidad, la diabetes tipo 2, los problemas gastrointestinales y otras muchas enfermedades. Un nuevo estudio ha descubierto cómo combatir este gran problema.
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Tras emprender una larga investigación, el científico Mark Heiman ha podido confirmar que la dieta es el principal regulador del microbioma intestinal, el ecosistema del intestino humano. Según explica el experto, el microbioma necesita una dieta diversa para poder funcionar correctamente. Se trata de la flora que recubre las paredes interiores del intestino, integrado por billones de bacterias que van depositándose desde que nacemos y maduran el sistema inmune intestinal.
Sin embargo, factores como las actuales prácticas agrícolas, así como el fuerte cambio climático, han contribuido a una pérdida importante de esa heterogeneidad en los hábitos alimentarios. Tanto es así que actualmente en torno al 75% de la población mundial consume sólo cinco especies de animales y doce especies de vegetales. De esas doce, el arroz, el maíz y el trigo aportan el 60% de todas las calorías.
En su estudio, Heiman se sorprendió al encontrar que las personas con prediabetes y diabetes tipo 2 tenían una configuración del microbioma distinta a la de la gente sin ese tipo de trastornos. En cualquier ecosistema, argumenta, la existencia de una mayor diversidad en especies tiende a garantizar mejor la salud de dicho ecosistema. Además, “en casi cualquier estado de enfermedad que ha sido estudiado hasta la fecha, el microbioma ha perdido biodiversidad”, añade.
Según Heiman, complementar la dieta con fibra de soja protege el colon de la inflamación e incrementa la pérdida fecal de grasa y glucosa. Además, existen varios alimentos con los que se puede limpiar el intestino y mantener en buen estado el microbioma, tales como las frutas enteras sin licuar, las verduras crudas, el pescado azul o el agua. Además, las algas, como la espirulina, son idóneas para absorber absolutamente todas las toxinas que se encuentran en el intestino, y además forman una especie de gel que lubrica las heces.
Esta se suma a las muchas investigaciones sobre el microbioma que están poniendo de manifiesto el papel que los componentes de la comida desempeñan en la microbiota del intestino, y su impacto en la salud y las enfermedades humanas.
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