ESTUDIAN CÓMO AFECTA LA REDUCCIÓN DEL GEN BETA-3 A LA ANSIEDAD DE FUMAR
La adicción a la nicotina también está en los genes
Expertos de la Universidad Estatal de Pensilvania y de la Universidad de Colorado han realizado un estudio sobre la adicción a la nicotina que revela que su consumo está relacionado con la genética. Los científicos se han centrado en descubrir los detalles de este componente genético de la adicción, con el fin de poder desarrollar terapias que ayuden a los fumadores a desengancharse del tabaco.
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Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania y de la Universidad de Colorado (EEUU) demuestra cómo pequeñas diferencias en una región concreta del genoma del ratón pueden alterar el consumo de nicotina.
La nicotina es una sustancia fuertemente adictiva y, además, existe una “predisposición genética” hacia su consumo. Por eso, los científicos centran sus esfuerzos en averiguar todos los detalles de este componente genético de la adicción: cuánto más sepamos, más fácil será desarrollar terapias que ayuden a la gente a desengancharse del tabaco.
Se sabe que la nicotina es capaz de unirse y activar unos receptores específicos que se encuentran en nuestras células nerviosas, y a los que también se puede unir el neurotransmisor acetilcolina. Estos receptores se componen de cinco subunidades, y los estudios genéticos previos han demostrado que los cambios en una sola de estas subunidades pueden alterar nuestro comportamiento con respecto a la nicotina.
En este caso, los investigadores se centraron en el gen que codifica para la subunidad beta-3, localizada en áreas del cerebro muy relacionadas con la respuesta a las drogas. “Nos hemos basado en estudios previos realizados con humanos. Sabemos que hay ciertas variantes genéticas que se relacionan con el comportamiento frente a la nicotina, pero queríamos saber cómo funcionan”, explica Helen Kamens, una de las autoras.
Según Kamens, existen en el genoma dos variantes naturales del gen que codifica para la subunidad beta-3: las personas portadoras de su versión más común son más propensas a tener problemas con el consumo de tabaco, mientras que las que tienen la versión menos frecuente – el alelo menor- están más protegidos frente a la adicción. Ambos alelos presentan diferencias en el área del ADN involucrada en activar genes relacionados con la nicotina y, además, la expresión del alelo menor produce menos cantidades de la proteína beta-3.
En este nuevo trabajo, que se publica en la revista Neuropharmacology, los investigadores estudiaron en modelos animales cómo afectaba la reducción y la supresión completa de beta-3 al consumo de nicotina. Para ello, utilizaron técnicas de ingeniería genética que eliminaban una o varias copias del gen beta-3 en los ratones. La manera de comprobar el efecto del tratamiento fue ofrecer a los animales dos botellas de agua: una con nicotina y otra sin ella.
Los resultados revelaron que los ratones que carecían de una o ambas copias del gen que codifica para beta-3 consumieron menos nicotina que los ratones normales. Sin embargo, este comportamiento solo se registró en una de las cepas de ratones estudiadas, por lo que debe haber más factores genéticos que influyen en esas “ansias” por consumir nicotina.
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