DESCUBRIMIENTO DE LA UNIVERSIDAD DE TOKIO
Adiós a las pantallas rotas del móvil: Los japoneses trabajan ya en un material que se repara solo
La Universidad de Tokio trabaja contra reloj para presentar la primera pantalla "autorreparable" de la historia.
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Ya sabemos que, en los próximos años, los nuevos materiales van a ponerlo todo patas arriba. La estrella del show es el grafeno, un primo cercano del grafito doscientas veces más resistente que el acero y cinco veces más ligero que el aluminio, pero hay muchos más. Ya pueden comprarse camisas que repelen cualquier líquido y no tardaremos en ver cosas aún más espectaculares como pegamento molecular o asfalto luminoso.
Este mes, la Universidad de Japón ha anunciado en Science la creación de un nuevo tipo de vidrio que repara sus propias grietas. Lo cierto es que no es algo completamente nuevo. Ya existen materiales así, pero este es el primero capaz de hacerlo a temperatura ambiente y en menos de un minuto. Lo han llamado poliéter tiourea.
Hasta ahora, los cristales autorreparables necesitaban altísimas temperaturas, lo cual les volvía más bien inútiles para los productos de consumo. El polímetro creado por los científicos japoneses, sin embargo, podría ser el primer material capaz de "curarse" que aterrice en nuestros teléfonos y tabletas. O, al menos, el primero que de verdad funcione porque algunas marcas llevan años utilizando en sus dispositivos pantallas supuestamente autorreparables. Lo cierto es que, hasta el momento, todo lo que pueden hacer esos cristales es eliminar los arañazos más débiles, pero en ningún caso, como promete el poliéter tiourea, regenerar por completo una grieta.
Lo curioso del asunto es que esta característica del polímero fue hallada por accidente. Un estudiante postdoctoral llamado Yu Yanagisawa estaba trabajando con el cristal cuando descubrió que, al cortarlo, los bordes se adherían entre sí. La unión no era perfecta, pero Yanagisawa comprobó que, si apretaba las dos partes rotas, tal y como hacemos cuando aplicamos pegamento en una superficie, la cicatriz desaparecía. Lo hacía, además, en apenas treinta segundos y a 21º de temperatura ambiente.
Esta cualidad, además de suponer una indiscutible ventaja para el consumidor (especialmente para el consumidor torpe), puede ser una estupenda noticia para el planeta, ya que la llamada "basura electrónica" se ha convertido en un muy serio problema sin solución a la vista.
Las grandes compañías tecnológicas llevan años proponiendo todo tipo de alternativas para minimizar el impacto de sus productos, desde teléfonos modulares a programas de recuperación de móviles usados. La mayoría, además, desarrollan programas de responsabilidad social empresarial. Las hay, como Apple, que han creado sus propios laboratorios de pruebas medioambientales y casi todas han reducido el uso de productos tóxicos como el berilio, el mercurio o el plomo en la cadena de montaje.
En el año 2007, la Universidad de Naciones Unidas puso en marcha StEP, una iniciativa internacional para solventar e impacto de la basura electrónica. Su principal objetivo es elaborar una serie de directrices, basadas en análisis científicos, para el correcto tratamiento de los desechos electrónicos y la promoción del reciclable de sus materiales.
En StEP llevan más de una década denunciando que la basura electrónica constituye un enorme problema medioambiental que, a diferencia de otros, no ha logrado calar en la opinión pública. Prueba de ello es que, a pesar de la omnipresencia de la tecnología, este tipo de productos carece de sus propios contenedores en la mayor parte de nuestras ciudades.
Se trata de un complejo reto que deberá ser afrontado desde diversas perspectivas. El desarrollo y comercialización de nuevos materiales, como el poliéter tiourea, es solo una de ellas.
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