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CONSECUENCIAS DEL CONFINAMIENTO

¿El aislamiento cambia nuestro cerebro?

Factores como relacionarse con un número reducido de personas, vivir y trabajar en un espacio limitado y carecer de estímulos externos produce cambios fisiológicos.

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Pasar meses sin ver más que al mismo reducido grupo de personas, tener un espacio de vida y trabajo limitado y pocos estímulos es algo a lo que hemos tenido que acostumbrarnos en los últimos meses debido a las restricciones impuestas para evitar la expansión de la covid.

Hace tiempo que la ciencia ha demostrado que el aislamiento social no solo tiene consecuencias para nuestra salud mental, sino que también se ha asociado a cambios fisiológicos en el organismo relacionados, por ejemplo, con la inflamación y problemas cardiovasculares.

Además, estudios realizados en animales sugieren que el aislamiento puede cambiar la estructura del cerebro. Concretamente, se han observado cambios en el hipocampo cuando se priva a los individuos de contacto social.

Sin embargo, no es fácil (al menos no lo era hasta hace unos meses) estudiar el fenómeno en humanos por cuestiones éticas, entre otras razones.

La monótona vida de un científico en la Antártida

Antes de que ciudadanos de todo el mundo tuviéramos que recluirnos en casa por culpa de una pandemia, ya había algunas personas que se sometían a condiciones parecidas por propia voluntad. Los científicos que viajan a la Antártida pasan meses conviviendo con un reducido grupo de colegas, trabajando en el mismo laboratorio, en completa oscuridad durante el invierno, saliendo más bien poco y con opciones de entretenimiento y estímulos limitados.

Aprovechando estas circunstancias, un equipo de investigadores decidieron estudiar posibles cambios cerebrales en un grupo de expertos que pasaron 14 meses en una base antártica. Además de recoger datos de su actividad cerebral antes y después de la expedición, monitorizaron durante toda su estancia los niveles de una proteína clave en el desarrollo neuronal y posibles cambios en sus habilidades cognitivas.

Si bien se trató de un estudio limitado, sus resultados fueron esclarecedores. Los escáneres cerebrales de todos los individuos mostraron una reducción en el volumen de varias regiones del hipocampo, como el giro dentado, y una disminución de materia gris en otras áreas como el córtex prefrontal, clave en la toma de decisiones.

Además, después de tres meses en la base antártica, los niveles de esa proteína clave para el crecimiento de nuevas neuronas y conexiones cerebrales habían disminuido y no se habían recuperado un mes después del regreso de los participantes a la vida normal. Los autores del trabajo sugieren que este factor es el que puede causar cambios estructurales en el cerebro.

Radiografía cerebro
Radiografía cerebro | Anna Shvets/Pexels

La soledad produce cambios cognitivos

Desde el comienzo de la pandemia, diferentes estudios realizados en varios países tratan de averiguar cómo los cambios en las interacciones sociales afectan nuestra biología. El aislamiento se ha relacionado con una disminución de las habilidades cognitivas y con el desarrollo de demencia, así como a problemas de salud mental como depresión y ansiedad.

Si bien todavía no se conocen con exactitud los cambios estructurales que el aislamiento y la soledad provocan en el cerebro, algunas investigaciones comienzan a arrojar pistas. Una de ellas, realizada en Alemania a finales del año pasado, reflejó que las personas que más tiempo pasaban solas presentaban un menor volumen de materia gris en ciertas regiones cerebrales, como el hipocampo y la amígdala, relacionadas con el procesamiento de las emociones. Los autores del trabajo señalan que las causas pueden ser factores como la falta de estímulos sociales y el estrés producido por la soledad.

Además, estudios en animales han revelado que la soledad disminuye la capacidad de los roedores para identificar a individuos familiares y altera la función de ciertas moléculas clave en el cerebro.

Un problema en este tipo de investigaciones sobre aislamiento social es asociar las observaciones con cambios biológicos concretos. Los estudios en humanos solo pueden mostrar correlaciones y en animales solo dan algunos datos sobre las posibles alteraciones fisiológicas. Sin embargo, estas investigaciones van poco a poco dando pistas a los neurocientíficos para conocer más sobre los efectos fisiológicos de la soledad.

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