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UN ESTUDIO CIENTÍFICO LO DESVELA

Anatomía del hooligan: así sufre el cuerpo de un hincha cuando juega su equipo de fútbol

Cuando vemos un encuentro deportivo, las neuronas espejo nos permiten interpretar las intenciones de los jugadores o atletas, pero no adivinar el resultado. Debido a la tensión, aumentan los niveles de hormonas como el cortisol y la testosterona.

Hinchas ingleses en la Eurocopa de Francia

Hinchas ingleses en la Eurocopa de Francia Getty Images

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Con el regustillo (dulce para algunos y amargo para el resto) de la Liga de Campeones, los aficionados al balompié pueden proseguir con su verano futbolero a base de partidos de Eurocopa. Pero la temporada estival guarda otro regalo para los amantes del deporte: los Juegos Olímpicos, que se celebran en Brasil, darán comienzo el día 5 de agosto.

Tanto evento se traduce en un aluvión de emociones para la fanaticada. El resultado de un torneo, ya se celebre sobre pista o césped, raramente beneficia a ambas partes y es inevitable que alguna salga peor parada. Pero antes de saber si deben alegrarse o decepcionarse totalmente, los fans pasan por un periodo de incertidumbre que provoca diferentes reacciones fisiológicas.

La experiencia resulta tan intensa porque, mientras observan atentos a los deportistas, sienten que están dentro del juego, literalmente. Gracias a las neuronas espejo, responsables de la empatía, podemos meternos en los zapatos (en este caso zapatillas) de otro e identificarnos con sus movimientos como si fueran nuestros.

Brazil fans watch World Cup quarterfinal

Mientras tú ves el partido, tu cerebro envía señales a tu cuerpo

Este tipo de células nerviosas se dividen además en dos tipos: las que son estrictamente congruentes, que se activan cuando vemos una situación que hemos vivido, y las ampliamente congruentes, que responden al observar acciones familiares aunque no las hayamos experimentado en nuestras carnes.

Por eso, aunque nunca hayas practicado el deporte que estás viendo, tu cerebro puede encontrar un símil para intentar trasladarse a la pista e interpretar las intenciones de los participantes. Por ejemplo, si nunca has jugado al baloncesto, un acto similar al de lanzar una canasta sería tratar de encestar en la papelera.

Pero aparte de darle realismo al momento, las neuronas segregan diferentes neurotransmisores debido al estado anímico del espectador. Si su equipo está ganando el juego, el cerebro produce dopamina que le transmiten positividad. Sin embargo, cuando le invaden la tristeza o el mal humor porque pierde, aumenta la concentración de cortisol (la hormona del estrés) y de serotonina, un neurotransmisor con efectos sedantes.

Aunque incluso en aquellas ocasiones en que parece que todo va por buen camino, en realidad estamos en tensión. Un equipo de investigadores lo comprobaron hace unos años, al observar una subida de los niveles de cortisol en los espectadores españoles durante la final del Mundial de Fútbol de 2010, que enfrentaba a España y Holanda. Un aumento que se detuvo después del partido, tras la victoria de nuestro combinado nacional.

Baltimore Orioles Fans

La concentración de testosterona aumenta tanto en hombres como en mujeres

Los autores de aquel trabajo también detectaron un incremento en la concentración de testosterona en la saliva de los fans, tanto de hombres como de mujeres. Los científicos creen que la reacción se produce porque nos identificamos tanto con nuestro equipo que nos sentimos como si les estuviéramos preparando para ganar.

Las emociones son tan intensas que hasta el corazón puede resentirse en el caso de personas con problemas cardíacos. Una investigación publicada en ‘New England Journal of Medicine’ revelaba que un partido de fútbol estresante duplica las probabilidades de sufrir algún accidente cardiovascular. Sus conclusiones se basan en los datos obtenidos de hospitales cercanos a Munich durante los torneos del Mundial de 2006, celebrados en Alemania. La tensión altera el sistema nervioso y aumenta la producción de adrenalina; la hormona incrementa el ritmo cardíaco, la presión sanguínea y puede causar arritmias.

No obstante, tanta alteración emocional y fisiológica tiene sus efectos positivos, además de la diversión y el sentimiento de grupo. Ver deportes estimula diferentes áreas del cerebro y ayuda a mejorar funciones neurológicas, como las relacionadas con la comunicación y el lenguaje, necesarias para utilizar el vocabulario adecuado en las discusiones. Porque lo bueno no se acaba con el encuentro: después vienen las tertulias entre amigos.

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