TU CEREBRO DESCONECTA DEL OLFATO
Anosmia: Si no hueles que se queman las tostadas, te puede estar pasando esto
Estás sentado en la mesa de la cocina. Enfrascado en la lectura de la prensa del día. Pasas la página de la sección de "Internacional" y empiezas a ver el texto borroso. No, no se te ha nublado la vista: es la habitación, que se ha llenado completamente de humo. ¡Ahí va! ¡Las tostadas! ¡Se queman!
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Hasta el vecino del quinto ha detectado el olor a chamusquina y, sin embargo, tú ni siquiera te has inmutado. Y eso que suenes presumir de tener buen olfato. ¿Cómo es posible? Muy sencillo. Has sido víctima de una anosmia por falta de atención. Estabas tan concentrado en una tarea que, simplemente, tu cerebro ha desconectado el sentido del olfato.
Sophie Forster ha estudiado el fenómeno y ha llegado a la conclusión de que la ceguera olfativa por falta de atención es más habitual de lo que parece. Lo justifica apelando a la hipótesis de la carga perceptual, que sostiene que las personas tenemos una capacidad limitada de percibir información sensorial, de manera que cuando se colma dejamos de procesar cualquier otro estímulo. Mientras que la vista y el oído suelen mantenerse sintonizados hasta el último instante, no es raro que ignoremos por completo los olores.
Además, sucede que a los olores nos habituamos más rápido que a ningún otro estímulo sensorial. "Si pasamos más de 20 minutos concentrados en una tarea e ignorando un olor, una vez que recuperamos la atención y dejamos de estar ocupados la anosmia persiste", explica Forster. Y nos sugiere una aplicación práctica: "Si no quieres que tu amigo descubra que estás horneando su tarta de cumpleaños en la habitación de al lado, distráelo durante 20 minutos con un puzzle y su nariz ignorará el olor a bizcocho para siempre".
La anosmia por distracción implica una pérdida del sentido del olfato temporal. Nada que ver con la anosmia congénita y permanente que sufren algunas personas desde que nacen por un defecto genético que impide el correcto desarrollo de los cilios de la nariz. Ni con la curiosa anosmia a los espárragos.
Según se podía leer hace poco en la revista BMJ, comer espárragos provoca un olor característico en la orina que solo detecta un 40% de la población. Escudriñando en el genoma, investigadores estadounidenses y europeos detectaron que existen 871 variaciones en la secuencia de ADN, en genes relacionados con el sentido del olfato, asociadas a la incapacidad para detectar este peculiar aroma.
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