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LAS PELÍCULAS, UNA GRAN HERRAMIENTA EDUCATIVA

Ciencia contra ciencia ficción

En las grandes superproducciones hay errores descomunales  bajo la perspectiva científica: peinados perfectos en gravedad cero, estrellas mal colocadas, absurdos físicos... Pero también grandes oportunidades para la enseñanza.

Fotograma de la película Gravity

Fotograma de la película Gravity CienciaXplora.com

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Cuando el astrofísico y divulgador Neil deGrasse Tyson vio 'Titanic' se tiró de los pelos. El cielo sobre la cabeza de Kate Winslet, mientras su personaje moría congelado ante la mirada de Leonardo DiCaprio... ¡no era correcto! Tyson no podía dar crédito. James Cameron había reconstruido el barco respetando la decoración original hasta el más ínfimo detalle, hasta la última filigrana del último plato, y no se había molestado en reflejar las estrellas en su posición correcta.

El astrofísico decidió mandarle una carta a Cameron, que nunca respondió. Pero no se dio por vencido. Según él mismo recuerda, persiguió al cineasta durante años, sacando el tema cada vez que coincidían en alguna parte. Tyson estaba a punto de darse por vencido cuando recibió una llamada de los estudios de Cameron. Estaban preparando una edición especial de 'Titanic' conmemorando el décimo aniversario de la película y Cameron quería que Kate Winslet tuviese el cielo correcto.

Quizá sea el mayor triunfo de la ciencia sobre la ficción (aunque, ciertamente, también es un buen ejemplo de neurosis obsesiva). Lo cierto es que no es raro que las obras de ficción patinen cuando tocan asuntos científicos. Este año lo hemos vista con 'Gravity', una cinta tan visualmente apabullante y entretenida como carente de rigor. El propio Neil deGrasse Tyson, que admitió haber disfrutado la película de Alfonso Cuarón, fue detallando en Twitter sus principales errores. El más obvio: en la película, el pelo de Sandra Bullock no flota a pesar de estar en gravedad 0.

La relación entre la ciencia y el cine siempre ha interesado a unos pocos, pero, de un tiempo a esta parte, ha ganado numerosos adeptos. No hay más que ver la cantidad de blogs y de libros al respecto: 'Hollywood Science', La física de los superhéroes, Einstein versus Predator o La guerra de dos mundos.

El autor de los dos últimos es Sergio L. Palacios, doctor en física y profesor de física aplicada en la Universidad de Oviedo. Desde 2004 y hasta el año pasado, Sergio impartió la clase 'Física en la ciencia ficción'. “En la ciencia ficción", dice, “se pueden encontrar prácticamente todos los conceptos científicos que uno se pueda imaginar. Es un recurso enormemente válido para motivar, atraer y enseñar ciencia a los chavales, tanto en la universidad como en los colegios e institutos de cualquier país del mundo”.

Hay un cierto consenso en considerar '2001: una odisea del espacio' la obra cinematográfica científicamente más rigurosa de la historia. Fue la primera en reflejar el silencio espacial que, una década después, 'Alien' convertiría en eslogan: “In space no one can hear you scream” (“En el espacio nadie puede oír tus gritos”).

Stanley Kubrick, director y productor de '2001', era conocido por su apabullante búsqueda de la perfección. Y sin embargo, incluso él cometió errores científicos. Un ejemplo: cuando la nave aterriza en la Luna, el polvo lunar se agita en el aire, algo que no puede ocurrir en ausencia de gravedad.

'2001' fue rodada un año antes del alunizaje del Apolo 11, hecho que hace todavía más loable el rigor científico de la superproducción. Algo tuvo que ver, sin duda, el argumento de Arthur C. Clarke y su colaboración en el guión. Clarke fue uno de los primeros intelectuales convencidos de que la ficción y la ciencia podían y debían combinarse con objetivos lúdicos pero también educativos.

“Es obvio”, señala Sergio L. Palacios, “que a los alumnos les interesa mucho más una materia tradicionalmente dura, árida y abstracta como puede ser la física cuando la ven bajo la perspectiva de los gazapos que se cometen en el cine de ciencia ficción. Los estudiantes suelen asociar una imagen de una escena o el argumento de una película al concepto físico que encierra y eso les facilita el aprendizaje”.

En el año 2011, dos profesores de la Universtat de València, Maria Francisca Petit Pérez y Jordi Solbes Matarredona, publicaron un estudio titulado 'La ciencia ficción y la enseñanza de las ciencias'. En él sostienen que los profesores apoyan el empleo de recursos de ciencia ficción para mejorar la actitud de los alumnos hacia las asignaturas de ciencias. Ese mismo estudio, sin embargo, revela que “a pesar de la opinión favorable del profesorado, en los textos apenas hay ejemplos de utilización de ciencia ficción para realización de actividades como cuestiones, problemas, comentarios de texto o visionado de películas”.

Se trata, quizá, del resto de viejos prejuicios. A lo mejor es que las aulas de nuestro país no están todavía preparadas para ser atravesadas por naves espaciales y hombres de acero. “Isaac Asimov ya propuso hacer esto en la década de 1960”, dice Palacios, “y desde entonces la cosa ha ido en aumento. Lo que sí te puedo decir es que cada día descubro por la Red a nuevos profesores que se lanzan a la aventura de encontrar nuevas formas de enseñar sus materias. Muchos de ellos lo hacen con ayuda de la ciencia ficción porque yo creo que este género es especial, muy adecuado para ello. Ojalá continúe la tendencia”.

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