PUEDE GENERAR EMOCIONES NEGATIVAS
La ciencia del llanto o por qué no siempre te sientes mejor después de llorar
Aunque algunos estudios sugieren que derramar lágrimas provoca cambios químicos en el organismo que reducen el estrés y el malestar, aún desconocemos los efectos reales de este comportamiento.
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Incluso después de dejar atrás la niñez, llorar continúa siendo una reacción bastante habitual entre adolescentes y adultos. Sin embargo, aunque nos resulte familiar, el efecto que derramar lágrimas provoca en nuestro cuerpo no se conoce todavía en detalle.
Y eso que los científicos hace tiempo que estudian el llanto y sus consecuencias. Algunas investigaciones sugieren que las lágrimas actúan liberando sustancias producidas por el estrés negativo o que conducen a cambios químicos que palían ese malestar, pero se basan, en su mayor parte, en casos particulares.
Afortunadamente, aunque los resultados de los trabajos publicados hasta la fecha no sean extensibles a todas las personas, sí aportan pistas sobre cómo nos afecta derramar lágrimas.
Un bienestar subjetivo
Una de las creencias más populares sobre el llanto es que se trata de una reacción que provoca alivio. Sin embargo, según las mencionadas investigaciones publicadas sobre el tema, esta afirmación no siempre se cumple.
Algunos estudios sugieren que, si ha pasado suficiente tiempo desde que hemos llorado o si pensamos en la experiencia de manera general, es más probable que lo veamos como algo que nos ha ayudado. Pero si hemos vertido las lágrimas hace poco, puede ocurrir que nos sintamos incluso peor que antes.
Si bien muchos consideran que el llanto tiene un efecto calmante y que puede interpretarse como un indicador para recurrir a estrategias que reduzcan el malestar, lo cierto es que la mayoría de investigaciones sugieren que, más allá de una reacción física, llorar es un fenómeno social. A fin de cuentas, las lágrimas son una señal muy efectiva para comunicar a los otros que algo anda mal y que necesitamos ayuda.
¿Qué pasa en tu cuerpo cuando lloras?
Al contrario de lo que suele pensarse, no se ha comprobado experimentalmente que llorar tenga efectos tranquilizantes, interfiera con la producción de cortisol, la hormona del estrés, o tenga otros beneficios a nivel físico. Lo que sí sugieren los estudios es que, aunque no nos ayuda a sobrellevar el dolor o el sufrimiento, aquellas personas que lloran controlan mejor la respiración que quienes no lo hacen, un comportamiento que podría ayudarles a entrar en calma.
A pesar de que los resultados no pueden generalizarse, son muchos los que aseguran sentirse mejor después de derramar lágrimas. Sin embargo, cuánto y con qué frecuencia lloramos son variables que dependen de factores como la cultura en la que vivamos o el género —las mujeres suelen llorar más que los hombres—.
Hay que recordar que llorar es una forma de expresar una emoción y no necesariamente una forma de experimentarla. Por ello, su uso como herramienta de comunicación es subjetivo, al igual que sus consecuencias: mientras que algunas personas lo consideran una forma de desahogo y catarsis, hay quien asegura sentirse peor después.
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