SE APLICÓ SU PROPIA TERAPIA
El científico de 61 años que hackeó sus genes para vivir más tiempo
La búsqueda de fórmulas antienvejecimiento a veces conlleva correr riesgos como los del microbiólogo estadounidense Brian Hanley.
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Siempre que hablamos de organismos modificados genéticamente solemos pensar rápidamente en alimentos y animales, en los que se busca mayor resistencia a enfermedades o al clima. Sin embargo, no se suele hablar tanto de alteraciones en cuerpos humanos.
A Brian Hanley, de 61 años, le abrieron el muslo para probar su propia medicina. En este caso, se inyectó genes sintéticos hace años para aumentar su longevidad. Todavía es pronto para conocer los resultados de su experimento.
En 2015 y en 2016, en dos ocasiones, Hanley visitó el quirófano para que le inyectaran partes circulares de ADN, llamadas plásmidos, en su pierna izquierda, con el objetivo a largo plazo de vivir más años de forma saludable. Le aplicaron una corriente eléctrica suave que es la que permite que estos plásmidos se unieran a sus células musculares.
El plan para el que se sometió a la intervención como conejillo de indias consistía en que el cuerpo aumentara la producción de una hormona llamada somatocrinina (GHRH), que se secreta en en el cerebro y que ayuda a reforzar las defensas, además de estimular la del crecimiento, que ayudaría al crecimiento de la masa muscular y cuya producción disminuye con la edad.
En un artículo de la revista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Hanley explicó que él mismo había diseñado el proyecto y lo había sintetizado en un laboratorio privado. Ya se habían probado terapias similares en animales, pero el 'biohacker' quiso “experimentar el progreso” en sus propias carnes.
Después de las inyecciones, según cuenta en la web de su proyecto Butterfly Sciences, se sintió eufórico por los efectos inmediatos, con aumentos de la testosterona y mejoras en los niveles de lípidos, aunque los efectos de la somatocrinina sólo se muestran a largo plazo, por lo que los éxitos en su peculiar empresa tendrán que esperar.
Los efectos secundarios negativos que ha notado es el aumento de lesiones en el deporte, algo que el achaca a la sensación de sentirte con mejor forma física y que se arriesga a hacer cosas que antes no hubiera hecho. Al menos no ha tenido una respuesta inmune difícil, uno de los riesgos potenciales de estos tratamientos.
Este tipo de manipulación genética debe estar sujeta a la aprobación de las autoridades sanitarias, aunque en este caso el científico afirma que sólo se puso en peligro a sí mismo.
Las terapias genéticas, que llevan más de tres décadas, tienen un futuro muy interesante en el tratamiento de enfermedades como diversos tipos de cáncer o el Parkinson Actualmente las más comunes es la que contrarrestan las enfermedades hereditarias raras, aunque el caso de Hanley es un territorio que fascina por la obsesión humana de querer alargar su esperanza de vida.
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