EL PLACER DE UN BOSTEZO
Clomipramina, el antidepresivo que podía provocar orgasmos al bostezar
Conocer qué efectos secundarios producirá es una de las mayores preocupaciones de quienes deben tomar algún medicamento antidepresivo. La sorpresa viene cuando uno de esos efectos puede llegar a ser el provocarles un orgasmo espontáneo en el momento de bostezar a quienes lo consuman.
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Bostezar es una de esas acciones que realizamos indistintamente todas las personas y que compartimos con algunos animales. Los expertos no acaban de ponerse de acuerdo sobre cuál es su verdadera función –algunos son los que señalan que simplemente sirve para oxigenar los pulmones- pero de lo que sí están seguros es que el simple hecho de bostezar puede llegar a ser uno de los actos más placenteros que cualquier humano puede experimentar.
De hecho los anglosajones utilizan la palabra ‘yawngasm’ –compuesta por los términos bostezo y orgasmo-, con la que describen la agradable sensación que se siente en el momento final del bostezo.
Pero siendo objetivos hay que reconocer que, en condiciones normales, el hecho de bostezar no conduce a tener como respuesta fisiológica un orgasmo. Aunque esto no es lo que opinaría alrededor del 5% de personas a las que, estando bajo tratamiento médico, se les recetó un antidepresivo que les provocaba orgasmos espontáneos e incontrolados cada vez que bostezaban.
Así lo hicieron saber estos pacientes a sus respectivos facultativos del canadiense ‘Saint John Regional Hospital’, donde a principios de la década de los años ’80 se les había recetado el fármaco a un grupo de hombres y mujeres que presentaban cuadros depresivos o de conductas obsesivo-compulsivas.
El antidepresivo prescrito era la clomipramina, un compuesto que llevaba desarrollándose desde 1960. Esta fue una década en la que las empresas farmacéuticas competían entre sí para ver quién sacaba los mejores medicamentos para diversas patologías psiquiátricas y neurológicas como la ansiedad, depresión, estrés, fobia, insomnio…
Por una parte los laboratorios Hoffmann-La Roche dieron el campanazo con la benzodiacepina y su producto estrella, el Valium. Por otro, uno sus más firmes competidores -los laboratorios Geigy, actualmente parte de Novartis- desarrolló la imipramina y la desipramina como eficaces antidepresivos. Pero, además, en su búsqueda por un componente todavía más potente llevaron a producir clomipramina.
Fue en 1966, año en el que George Beaumont fue nombrado director médico de la división británica de Geigy, cuando se llevaron a cabo una serie de estudios sobre la eficacia de los antidepresivos y sus efectos secundarios. En ellos se encontraron con una serie de informes desarrollados por especialistas en psiquiatría en los que se detallaba cómo la medicación para tratar la depresión o los trastornos obsesivo-compulsivos de algunos pacientes varones afectaba a la vida sexual de éstos.
Hallaron que a unos, el 20%, les afectaba negativamente, provocándoles impotencia. Y que a otros, el 42%, les afectaba de modo positivo. Se trataba de aquellos pacientes que padecían de eyaculación precoz, que veían retardarse el tiempo de llegar a la eyaculación si tomaban una dosis baja del compuesto en un periodo no superior a las cuatro horas antes de practicar sexo.
Parece ser que en 1973 este dato llegó a oídos de un redactor del periódico sensacionalista 'Sunday Mirror' y, debido al carácter familiar y tradicional de los laboratorios Geigy, los directivos de la misma mandaron parar en seco todas las investigaciones y estudios relacionados con la clomipramina y, sobre todo, se negaban a que este fármaco pudiera ser asociado como tratamiento de cualquier patología de índole sexual.
Esto motivó que se desconociera por completo su otro efecto secundario: el provocar un orgasmo cuando un 5% de pacientes a los que se les había prescrito el medicamento bostezaban.
Los doctores J.D. McLean, R.G. Forsythe e I.A. Kapkin –autores de la descripción de este curioso caso en 1983- indicaron que muchos de los pacientes afectados por el ‘orgasmo espontáneo’ alargaron voluntariamente el plazo establecido por sus facultativos en la toma de la medicación prescrita.
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