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SEGÚN UN ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD JOHNS HOPKINS

Tu colesterol es más alto en invierno

Menos sol, menos ejercicio, más comidas grasas y peor funcionamiento de nuestro sistema inmune. Ojo con el invierno.

Los huevos fritos provocan colesterol

Los huevos fritos provocan colesterol Pixabay

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Los años no pasan en balde, y las estaciones tampoco. La cantidad de colesterol que circula por nuestra sangre fluctúa estacionalmente y alcanza su nivel máximo en los meses de invierno, según acaba de revelar un estudio encabezado por Parag Joshi, cardiólogo de la Universidad Johns Hopkins (EEUU).

La investigación, que ha tenido en cuenta los datos sobre el colesterol de casi tres millones de americanos entre 2006 y 2013, revela que, durante la estación fría, los niveles de colesterol malo (LDL por las siglas de lipoproteína de baja densidad) son un 3,5% más altos en hombres y un 1,7% más elevados en las mujeres.

Los expertos sospechan que, en gran medida, el cambio se debe a que el frío, la nieve y la lluvia disuaden a las personas de salir y hacer ejercicio. Además, coincide con un aumento de la ingesta de comidas ricas en grasas, sobre todo en torno a las fiestas navideñas. A eso hay que sumarle que dado que nos exponemos menos al sol durante el invierno, nuestro cuerpo apenas sintetiza vitamina D, que se ha comprobado que es una aliada contra el colesterol que actúa al llegar el buen tiempo.

El hecho de que el invierno afecte así a la cantidad de esta grasa de origen animal que corre por nuestro torrente sanguíneo no se limita a una simple anécdota, sino que tiene consecuencias para la salud. Fundamentalmente porque endurece y bloquea las arterias, aumentando el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas e infartos en los meses de diciembre, enero y febrero, como advierten los cardiólogos.

Y este no es el único cambio que se produce en invierno en nuestro organismo. También hay que tener en cuenta que la presión arterial aumenta en invierno porque los vasos se estrechan ante la gelidez ambiental.

Por si fuera poco, es precisamente en el momento en que el mercurio registra las temperaturas más bajas cuando el virus de la gripe se vuelve más contagioso. La explicación es que la cubierta externa se endurece y se convierte en una especie de gel gomoso que escuda al virus cuando pasa de una persona a otra y lo vuelve prácticamente invencible.

Y aquí vuelve a intervenir la vitamina D cuyos niveles bajan en invierno, lo que afecta a la capacidad de nuestro sistema inmune para protegernos de las infecciones y las neoplasias, tal y como daba a conocer hace poco la revista especializada Journal of Leukocyte Biology. Dicho de otra forma: en invierno nos convertimos en carne de cañón para los virus.

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