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IMPORTA SU CURVATURA Y FORMA

Cómo afecta la forma de tus orejas al modo en el que escuchas

La forma de las orejas es casi tan particular como nuestras huellas dactilares y, por primera vez, se ha investigado la influencia de su forma

Forma de las orejas

Forma de las orejas laubetomas en Flickr bajo licencia CC

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La audición espacial es algo fundamental en nuestro sistema auditivo y, aunque la codificación de la dirección del sonido horizontal ha sido muy analizada, hasta ahora se sabía muy poco acerca de cómo se representa el sonido vertical.

Anatómicamente, las orejas son una parte muy individual, personal y, en la mayoría de los casos, muy reconocibles. Pero, ¿y si de la noche a la mañana nos levantáramos con esa parte, cartilaginosa y con forma de concha marina, totalmente modificada? Obviamente no nos estamos refiriendo a que nos peguen un bocado en plan Tyson.

Unos investigadores han descubierto que, rellenando una parte externa de la oreja con una pieza pequeña de silicona, se cambia drásticamente la capacidad de las personas para determinar si un sonido proviene de arriba o de abajo.

Las conclusiones del estudio, publicadas en el 'Journal of Neuroscience', también ofrecen un dato curioso: el cerebro se ajusta a la nueva forma con el tiempo, recuperando la capacidad de identificar los sonidos con una precisión bastante cercana al estado anterior.

Hasta ahora se sabía cómo podemos identificar de dónde procede un sonido y por qué llegan en tiempos diferentes. Cuando oyes un ruido desde la derecha llega primero a ese oído y, gracias a ello, el cerebro te dice donde tienes que mirar.

Pero determinar si el sonido procede de arriba o de debajo no depende de cuando llegue el sonido a tus oídos. Y es que, según uno de los autores, lo que más importa es la forma en la que las ondas sonoras rebotan en las paredes externas de las orejas.

Para el análisis utilizaron un equipo de altavoces, moldes de silicona y una máquina para registrar la actividad cerebral. Los voluntarios escucharon sonidos antes de ponerse los moldes y señalaron de dónde creían que provenían. Pero, con ellos puestos, quedó patente que la forma cambiaba.

“Pusimos un sonido encima de la cabeza y, en muchas ocasiones, decían que venían de debajo”, afirma un investigador. Lo curioso es que, cuando los participantes regresaron después de tener los moldes unas semanas, el grado de afinación aumentó.

En el escáner vieron cómo iban respondiendo a los estímulos auditivos y descubrieron que, a medida que los sonidos se originaban en lugares más altos, las neuronas responden menos. Y también vieron que, al colocar moldes para cambiar la forma de las orejas, las neuronas se desorganizaban en su respuesta.

En definitiva, la respuesta cerebral a las ondas de sonido no es lo único que importa para ubicar un sonido en el espacio. La modificación de los sonidos que tiene lugar en los oídos también importa, por lo que puede servir para realizar mejores audífonos, pero también para mejorar la comprensión del modo en el que el sentido auditivo nos ayuda a comprender los estímulos que nos rodean.

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