UNA AYUDA PARA ENFERMEDADES COMO EL ALZHÉIMER
Crean una nueva técnica para fabricar medicamentos sin efectos secundarios
Un equipo de científicos ha conseguido manipular moléculas dentro de las células para cambiar su posición y, con ello, su función. Su hallazgo permitiría dirigir los fármacos para que actúen de forma más precisa.
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Lo que muchos pacientes y médicos querrían puede ser una realidad en próximas fechas. Un procedimiento que trabaja con moléculas del interior de las células podría ayudar a hacer fármacos más seguros que no provoquen los temidos efectos secundarios. La investigación corre a cargo de un equipo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia (Estados Unidos).
Los investigadores han logrado cambiar de sitio las moléculas en el interior de cada célula, comprobando que cumplen diferentes tareas dependiendo de su localización: pueden causar daños si se hallan en una zona de la célula, pero también tener una función beneficiosa si se hallan en otra. Así, si se conoce el lugar en el que se encuentran y el papel que desempeñan, es posible desarrollar medicamentos que se dirijan sólo a las situadas en lugares donde resultan perjudiciales.
J. Julius Zhu, líder del equipo que ha pasado años investigando “para hacer que esto funcione”, ha explicado que el problema con los efectos secundarios se debe a que no podíamos distinguir las moléculas “haciendo cosas diferentes en la misma célula”. Así, si hasta ahora se fabricaba un fármaco para bloquear una molécula, se bloqueaba independientemente de lo que estuviera haciendo y en qué zona de la célula se encontrara. De esta forma, el medicamento suprime la función perjudicial de su objetivo, pero también el posible papel importante y positivo que jugase en otra parte de la célula, de ahí que pudieran aparecer efectos secundarios.
Gracias al nuevo avance, los fármacos podrían dirigirse únicamente a las moléculas localizadas en ciertas partes de la célula donde causen daños. Según explica Zhu, “casi cada medicamento” tiene efectos secundarios, más o menos, “pero normalmente siempre tienen algo”. Si su descubrimiento se populariza, se podría aplicar a los medicamentos desarrollados para tratar enfermedades como el autismo, el cáncer y el alzhéimer.
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