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UNO DE LOS GRANDES AVANCES DE LA CIENCIA DEL SIGLO XIX

El curioso caso del hombre con un balazo en el abdomen y que ayudó a investigar sobre la digestión

Cuando no existían aparatos para observar el interior del cuerpo humano, un cirujano estadounidense se las ingenió para estudiar el estómago de un paciente a través de una fístula gástrica producida por un balazo

Dolor de tripa

Dolor de tripaPixabay

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Hoy en día la ciencia cuenta con todo tipo de aparatos con los que poder observar el interior del cuerpo humano sin tener que realizar ningún tipo de incisión. Pero hasta la llegada de todos esos artilugios -por ejemplo los aparatos de rayos X a finales del siglo XIX- era muy difícil para los investigadores saber cómo funcionaban muchos de nuestros órganos.

Las vísceras hasta entonces se podían estudiar únicamente de dos modos, el primero era a través de alguna incisión durante una intervención quirúrgica, y el segundo -más utilizado-, analizando los diferentes órganos de alguien una vez fallecía.

Pero había un proceso que era difícil saber cómo funcionaba realmente: el digestivo. Se sabía que cualquier ser -ya fuese humano o animal- ingería un alimento, éste llegaba al estómago, el cual lo procesaba y convertía en otras sustancias que posteriormente recorrían los intestinos y se expulsaban los deshechos a través el conducto rectal. Pero se desconocía por completo cómo los organismos llevaban a cabo todo ese proceso interior, desde que entraba la comida hasta que era expulsada.

El misterio sobre el funcionamiento de la digestión en los humanos cambió a partir de 1822 gracias a un accidente fortuito. El 6 de junio un joven canadiense de veinte años de edad llamado Alexis St. Martin se encontraba realizando una transacciones comerciales de venta de pieles en la Isla Mackinac, ubicada en los Grandes Lagos de Michigan, cuando recibió accidentalmente un tiro de mosquete en pleno abdomen.

Fue llevado hasta un cercano puesto militar donde lo atendió el doctor William Beaumont, un cirujano del Ejército estadounidense que trató de curarle la herida, que parecía que podría ser mortal.

Los cuidados del doctor Beaumont a lo largo de los siguientes días ayudaron a que parte de la herida cicatrizara y el joven Alexis salvara su vida. Pero, curiosamente, no terminó de cerrarse del todo el boquete provocado por el tiro de mosquete, quedando una fístula gástrica en la pared abdominal del estómago.

A través de ahí Beaumont pudo ir vigilando la evolución de la herida y pensó que una observación permanente de la misma le ayudaría a comprender cuál era todo el proceso digestivo.

Por tal motivo ofreció a Alexis St. Martin un empleo como ayudante: Beaumont le pagaría semanalmente un salario a cambio de la ayuda del muchacho y aprovecharía los momentos en los que comiera e hiciese la digestión para observar todo el proceso.

A lo largo de los siguientes once años, día a día, el médico visualizó a través de la fístula gástrica cómo caían al estómago los alimentos que iba ingiriendo Alexis y todo el proceso digestivo, cómo actuaban los jugos gástricos –y sobre todo de qué estaban compuestos, descubriendo que contenían ácido clorhídrico-, además de observar el momento en el que los residuos eran absorbidos por los intestinos.

Según iba pasando el tiempo le iba ofreciendo diferentes alimentos para que los ingiriera y ver cuál era el comportamiento del estómago. También lo realizó con diferentes bebidas, determinando que las de alta graduación alcohólica eran las más perjudiciales y además solían provocar gastritis.

En 1833, Beaumont publicó el libro titulado 'Experiments and Observations on the Gastric Juice, and the Physiology of Digestion' en el que recogía pormenorizadamente todas las investigaciones realizadas a lo largo de esos once años.

Dicho estudio es el que sirvió para conocer el comportamiento del estómago durante los procesos digestivos a las siguientes generaciones de estudiantes de medicina. Y todo por un disparo fortuito.

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