MARTE, VENUS E INCLUSO UNA LUNA DE JÚPITER, LOS LUGARES MÁS SONDEADOS
Humanos: décadas buscando vida planeta a planeta
Desde Marte hasta Venus, y ahora hasta una luna de Júpiter: los investigadores siguen buscando pistas de vida fuera de nuestro planeta. La última noticia: en Marte no hay metano así que parece difícil que existiera forma microbiana alguna... al menos en la forma en la que nosotros conocemos la vida.
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La raza humana se comporta a veces en materia espacial como si fuera un soltero en una página de contactos: busca desesperadamente compañía. De aquella disparatada carrera espacial entre dos superpotencias que gastaron miles de millones en demostrar al mundo que eran más desarrolladas que el rival, a la búsqueda de pistas que indicaran la presencia de vida en otros planetas, como el proyecto Kepler de la NASA. La investigación espacial se ha beneficiado de ambas pulsiones, que no han desaparecido del todo.
La pasada semana las teorías de parte de la comunidad científica sufrieron un revolcón en ese sentido: Curiosity, el rover que la NASA tiene desde hace meses en la superficie de Marte, no encuentra restos de metano. Según los expertos, la presencia de dicho gas es vital para la existencia de formas de vida sencillas, por lo que el hecho de que no haya traza alguna en el planeta rojo parece descartar del todo la remota posibilidad de que su gélida superficie alojara vida en algún momento de su existencia.
Las esperanzas de mucho se han truncado con la revelación: a pesar de las bajas temperaturas (la media ronda los 50 bajo cero en superficie), el hecho de que en su atmósfera se detecten restos de oxígeno, nitrógeno y argón (en total, menos de un 5% entre una inmensidad de Co2) mantenía con vida las ilusiones de muchos de pensar que hubo alguna forma de vida en el planeta vecino.
¿Y ahora qué hacemos?
Justo al otro lado, viajando hacia el Sol, nuestro otro vecino es Venus, donde el calor es insoportable por la composición de su atmósfera, también repleta de CO2 que, a la distancia a la que orbita del Sol hace que 'atrape' el calor. El resultado: una temperatura casi constante en toda la superficie de unos 450 grados.
En tan hostil entorno es difícil imaginar que existiera vida alguna, pero de optimistas la ciencia está plagada: el hecho de que el tamaño, la composición y la masa sean similares a las de la Tierra alentaron la imaginación de algunos.
¿Cómo empezar a investigar si un planeta pudo o puede albergar vida? El concepto astronómico es la 'zona habitable', una franja a una distancia prudencial de la estrella alrededor de la que orbitan los planetas -en nuestro caso, el Sol-. En esa distancia se supone que no hace demasiado frío ni demasiado calor y, por tanto, puede haber o pudo haber agua en estado líquido en la superficie.
Exacto, todo se basa en el agua porque es la base de todas las formas de vida que conocemos... en este planeta. Cabe preguntarse si quizá la escala no sea errónea y se pueda plantear la existencia de formas de vida basadas en otros componentes... pero eso es rizar demasiado el rizo.
La cuestión es que a principios de año algunos comenzaron a plantear que quizá ese estrecho cinturón habitable, cuya longitud y distancia respecto a la estrella cental varía según la masa y luminosidad de ésta, no sea el centro de todo: que quizá, igual que algunos pudieran plantear que no todas las formas de vida se basen en el agua, no todas las formas de vida necesiten esos umbrales de temperatura. Eso, claro, dejando de lado la radiación, que no es un asunto menor.
En conclusión algunos replantearon la posibilidad de que Venus hubiera albergado vida, y eso que se trata de un planeta desértico en el que ningún humano podría plantearse poner un pie con la tecnología que tenemos actualmente (un traje de tungsteno, que soporta en estado sólido más de 3.000 grados, lo aguantaría, pero nosotros no).
Tanto se han ensanchado esos bordes que ya hay quien apuesta por una misión tripulada -de no retorno- a Europa, una de las lunas de Júpiter, el vecino de dos puertas más allá según uno se aleja del Sol. Es un cuerpo completamente helado, del que no se tienen detalles cartográficos y con una temperatura máxima de 150 bajo cero ¿Entonces, dónde está el interés? En la inmensa reserva líquida bajo el hielo, un océano de enorme profundidad en el que podría haber más agua que en la Tierra a pesar de tener un tamaño total similar al de nuestra Luna.
Por si todo esto falla y ni Marte, ni Venus ni el satélite de Júpiter alberga o albergó forma de vida alguna, las Voyager ya están saliendo del sistema solar y aún les quedan seis años de combustible antes de ir a la deriva por el espacio exterior buscando vida...
Total, según un cálculo reciente a la Tierra aún le quedan 1.750 millones de años antes de que quede fuera de la 'zona habitable' del Sol. Aunque, eso sí, seguramente nos carguemos el planeta mucho antes que eso.
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