LO DEMUESTRA UN ESTUDIO
Es mejor nacer en una familia rica que ser inteligente
Un estudio demuestra que las personas con menos talento, pero con padres ricos, tienen más posibilidades de graduarse en la universidad que los más talentosos pero de padres pobres.
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“Los talentosos tienen la oportunidad de alcanzar el nivel que se muestra de acuerdo con sus capacidades y las clases bajas, por lo tanto, están pensadas para aquellos que tienen peores habilidades”. A finales de los años 50, el sociólogo británico Michael Young introducía el término meritocracia en uno de sus libros. Aunque Young lo utilizó de forma sarcástica, décadas después se ha afianzado la idea de que el éxito y el prestigio social se consiguen solo a base de talento y esfuerzo, algo que ha sido puesto en tela de juicio por numerosos estudios.
El último en hacerlo ha sido un estudio recientemente publicado en el National Bureau of Economic Research, que ha demostrado que la meritocracia en la sociedad actual es poco menos que un mito, ya que los recursos económicos de los padres son uno de los factores que más influyen en el futuro académico y profesional de sus hijos.
En su artículo, los economistas Nicholas W. Papageorge y Kevin Thom aseguran que “los hijos menos dotados de padres de altos ingresos se gradúan a tasas más altas que los hijos más dotados de padres de bajos ingresos”.
La novedad de este estudio, es que para llegar a esta conclusión se ha utilizado una nueva medida basada en análisis de variables genéticas. Según sus propias palabras, los resultados se han obtenido gracias a “avances recientes que han llevado al descubrimiento de variantes genéticas específicas que predicen el potencial educativo”.
Los avances recientes a los que se refieren estos economistas son los resultados de otro estudio independiente, publicado el pasado mes de julio en la revista Nature Genetics, en el que se examinó el genoma de más de un millón de personas en busca de correlaciones entre los genes y los años de escolaridad completados.
No es que los investigadores identificaran genes específicos que determinen la inteligencia o las capacidades académicas, pero sí encontraron diversas variaciones genéticas que podían relacionarse con el rendimiento académico y, a partir de esta información, crearon un índice que se puede utilizar como una especie de predictor del potencial de una persona.
Papageorge y Thom utilizaron este índice para analizar la posible relación entre el éxito profesional y académico y el genoma. Para ello, realizaron tests genéticos y entrevistaron y analizaron toda una serie de datos socieconómicos de unas 20.000 personas.
Sus resultados mostraron, en primer lugar, que los que obtenían mayor puntuación en su genoma estaban repartidos por igual entre altos y bajos ingresos. Es decir, que no existen diferencias biológicas que puedan justificar una diferencia de rendimiento académico entre personas de diferentes ingresos.
Sin embargo, a la hora de comparar los resultados académicos comprobaron que entre los que más puntuación sacaban en su genoma, es decir, aquellos con más potencial genético, solo llegaban a graduarse en la universidad el 24% de los que pertenecían a familias de bajos ingresos, mientras que en las familias de altos ingresos el porcentaje llegaba hasta el 63%.
Además, el estudio también analizó a las personas con peor puntuación genética y mostró que los que tenían padres con altos ingresos tenían un 27% de probabilidad de graduarse. Es decir, que los hijos menos dotados de padres ricos tienen más probabilidades de obtener un titulo universitario que los más talentosos entre los pobres.
Estos resultados son interesantes porque, hasta ahora, muchos resultados educativos o de éxito profesional se explicaban en base al coeficiente intelectual de los individuos. Sin embargo, las medidas de este coeficiente también están correlacionadas con otros factores económicos y socioculturales, con lo que también favorecen a las personas con más recursos.
Los investigadores aseguran que, gracias al uso de información genética comparada con un gran conjunto de datos longitudinales, se ha conseguido demostrar que “los niños nacidos en la pobreza tienen la capacidad de lograr más de lo que consiguen” y muestran su “preocupación por el potencial desperdiciado por los recursos limitados de muchos hogares”.
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