NI MUCHO NI POCO
Ni menos de 6 horas ni más de 8: un estudio concluye el número de horas justas que deberías dormir
Dormir menos de 6 horas o quedarse pegado a las sábanas más de la cuenta conlleva un riesgo mayor del que parece: con ello, aumentamos nuestras posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares.
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A veces las noches se alargan más de la cuenta y, al rato, el despertador nos recuerda que no hay excusas. En otras ocasiones sucede lo contrario y, sin obligación ni una hora fijada para despertarnos, nos toca la lotería en forma de maratón de sueño. Sin embargo, ambas situaciones son peligrosas: dormir mucho o poco nos pone en riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Así lo desvela un reciente estudio basado en investigaciones previas con información de más de un millón de participantes. Para que nuestro sueño encaje con lo que necesita nuestro organismo deberíamos dormir entre 6 y 8 horas cada día. Y tomarnos muy en serio esta horquilla de tiempo porque, de lo contrario, estaríamos empezando a jugar con nuestra salud.
“Pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo, pero sabemos poco sobre el impacto de esta necesidad biológica en el sistema cardiovascular”, explica uno de los autores de la investigación, el doctor Epameinondas Fountas, del Centro de Cirugía Cardíaca Onassis de Atenas.
Sin embargo, el meta análisis llevado a cabo por Fountas y su equipo desvela que tanto los que duermen menos de seis horas como aquellos que están entre las sábanas más de ocho horas se enfrentan a un mayor riesgo de desarrollar algún tipo de enfermedad cardiovascular e incluso de fallecer a causa de problemas arteriales o accidentes cerebrovasculares.
En concreto, los que duermen menos de lo recomendado tienen un 11 % más de riesgo de desarrollar una enfermedad coronaria. Por su parte, los que duermen más de la cuenta también corren un riesgo mayor: tienen un 33 % más de posibilidades de padecer una enfermedad cardiovascular.
“Nuestros hallazgos sugieren que dormir demasiado o muy poco puede ser malo para el corazón. Se necesita más investigación para aclarar exactamente por qué, pero sí sabemos que el sueño influye en procesos biológicos como el metabolismo de la glucosa, la presión arterial y la inflamación, y todos ellos tienen un impacto en el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares”, explica Fountas.
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