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¿Morimos más de frío o de calor?

Aunque la creencia popular señale lo contrario, el frío es responsable de muchos más decesos.

¿Eres mujer y pasas frío en la oficina? Un estudio te cuenta por qué

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Las cifras no dejan lugar a dudas: las bajas temperaturas invernales se cobran más vidas que el soporífero calor del verano. En concreto mueren veinte veces más personas por exceso de frío que por calor, según se podía leer a principios de año en un estudio publicado en The Lancet y basado en datos de 74 millones de muertes a lo largo de dos décadas.

La muestra incluía a habitantes de 13 países con todo tipo de climas, desde el frío al subtropical. Los datos mostraron que un 7,71% de todas las muertes podía atribuirse a temperaturas no óptimas. De ellos, el 7,29% se debía al frío y solo un 0,42% a subidas del mercurio.

Según Antonio Gasparrini, investigador de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y coautor del trabajo, las conclusiones parecen contradecir la creencia popular e incluso profesional de que las olas de calor son las situaciones climáticas más peligrosas para la salud. "La mayoría de las políticas de salud públicas se centran solo en minimizar las consecuencias de las olas de calor", subraya Gasparrini. "Nuestros hallazgos invitan a reenfocar la investigación y a tomar medidas para un rango más amplio de efectos asociados con la temperatura", concluye.

A estos argumentos se le suma que las bajas temperaturas están asociadas con un aumento importante del riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Es la conclusión a la que llegó Shuangbo Liu tras estudiar durante seis años consecutivos los problemas cardíacos de los habitantes de Winnipeg, en Canadá, considerada una de las grandes ciudades más gélidas del mundo.

En concreto sus cálculos indican que cada descenso de 10ºC en la temperatura diurna máxima supone un aumento de un 7% del riesgo de sufrir un ataque al corazón. Y también aumenta la probabilidad de que tenga un efecto mortal. La buena noticia es que, con la predicción meteorológica en la mano, se podrían prescribir tratamientos preventivos que reduzcan los efectos nocivos para el corazón del clima.

Otro efecto fisiológico del frío es el aumento de los casos de hipertensión. No en vano, como mecanismo de supervivencia, los vasos sanguíneos de los mamíferos se contraen en climas fríos para conservar el calor y mantener la temperatura corporal independientemente del entorno. Pero esto supone que, con canales más estrechos para que el movimiento de la sangre, la presión arterial aumenta, con los riesgos para la salud que ello conlleva.

En ese sentido, la hormona angiotensina, relacionada con la contracción de venas y arterias, tiene mucho que ver, según concluía Zhongije Sun, de la Universidad de Florida EEUU en su investigación publicada en 'American Journal of Physiology'.

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