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BUSCANDO EL SECRETO DE LA VIDA ETERNA

¿Se puede rejuvenecer gracias a la sangre de gente más joven?

La sangre de los más jóvenes, como si de una romántica novela de vampiros se tratara, podría ser la clave para no envejecer

Haciendo una transfusión de sangre

Haciendo una transfusión de sangre minnesotanationalguard en Flickr bajo licencia CC

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La historia empieza como la mayoría de las historias (científicas) empiezan, con unos ratones. Concretamente los de Saul Villeda, un estudiante de doctorado en la Universidad de Stanford con una 'loca' idea: ¿qué pasaría si cogemos la sangre de ratones viejos y se la ponemos a los jóvenes y viceversa?

Este joven californiano se pasó un año investigando la neurodegeneración y los factores del envejecimiento, y por fin puso en práctica sus conjeturas. Lo importante era ver el efecto de estas transfusiones de sangre en el cerebro. La vejez conlleva que las neuronas pierdan sus conexiones y se mueran, y el hipocampo -la zona encargada de la memoria y el aprendizaje- es uno de los primeros en deteriorarse.

Pero volvamos a los roedores. Estos pequeños animalitos tienen el cerebro del tamaño de un cacahuete (literalmente). Villeda tuvo que extraer la masa gris de cuarenta especímenes y laminarla en partes extremadamente finas. Un arduo trabajo que de no haberle llevado a nada, según cuenta el científico, tendría que haber ido a emborracharse para compensar todo el tiempo perdido (¿Y eso, acaso, no mata neuronas, querido experto?).

El ordenador empezó a analizar cada extracto y algo surgió en pantalla: en los cerebros de los ancianos animales inyectados con sangre joven surgieron células recién nacidas. Casi cuatro veces más de las que tenían antes. En el otro lado, los lozanos ratoncitos con sangre vetusta frenaron la creación de nuevas neuronas y parecían más viejos que antes. Estas conclusiones las recoge en la revista 'Nature'.

Parece un gran avance, aunque no está exento de polémica. Muchos se han lanzado a especular sobre si el antídoto contra la vejez se encuentra en el plasma de los más jóvenes, pero estos resultados tienen que ser tomados con cuidado e incluso con cierto escepticismo ya que todavía no se conocen los resultados en humanos.

Y decimos todavía porque el profesor Tony Wyss-Coray, el mentor de Villeda, se encuentra inmerso en el primer experimento con sangre humana proveniente de donantes de menos de treinta años. A través de la Facultad de Medicina de Stanford se está suministrando a enfermos de Alzheimer, y los resultados habrá que esperarlos para finales de este año, tal y como apunta 'The Guardian'.

No son unos visionarios

Alguien ya se había planteado la posibilidad de que la sangre fuera la llave para frenar el efecto de los años mucho antes que estos científicos. Andreas Libavius, un médico y alquimista alemán del siglo XV, propuso conectar las arterias de un anciano con las de un chico. Describió el proceso como una “fuente de juventud fluyendo para que desaparezca la debilidad”. Desafortunadamente no existen archivos sobre el resultado, según añade el diario británico.

Años después, la Royal Society de Londres jugueteó con las transfusiones con la idea de “prolongar la vida”, pero factores como el desconocimiento de los tipos y grupos de sangre llevó todo hasta callejones sin salida. Después “con la Iglesia hemos topado, Sancho”, como escribió Cervantes: primero se prohibieron estas prácticas en Francia y después en Inglaterra.

¿Y ahora qué?

Al investigador de Pasadena (California) le queda por responder una gran pregunta en torno a su experimento: ¿hará esto que los viejos ratones recuperen capacidades ya perdidas del todo con los años? Por el momento, ha conseguido que después de estas inyecciones pudieran hacer pruebas en laberintos a la perfección y que incluso recordaran las jaulas en las que habían sufrido algún electroshock.

Los investigadores destacan dos puntos importantes, a la espera de resultados definitivos con humanos. Por una parte, que la edad del organismo no está grabada en piedra sino que puede cambiar, es maleable. Por otra, una sospecha: las personas vivimos muchos, muchísmos años más que un ratón y en un ambiente más variable, lo que podría disminuir la efectividad del plasma joven.

Quién sabe si en un futuro esta sangre de juventud se convertirá en el agua mágica de la película 'Cocoon'.

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