UN ESTUDIO DICE QUE TODO LO QUE CAUSA REPULSIÓN ES PARA PROTEGERNOS
Pus, malos olores o ciertas prácticas sexuales: todo lo que te da asco, probablemente, sea malo para tu salud
Un estudio sugiere que las situaciones que nos producen repulsión tienen que ver con la falta de higiene, los animales, ciertas prácticas sexuales, las heridas, las deformidades y los alimentos podridos. Las evitamos para protegernos de las enfermedades.
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¿Te causa rechazo ver una herida supurante? ¿Y las moscas o las cucarachas? No eres el único: a la mayoría de los humanos nos dan repelús cierto tipo de visiones, olores o ruidos, una desagradable sensación que no va más allá de los remilgos. Se trata de un mecanismo evolutivo que permitía a nuestros ancestros mantenerse lejos de posibles perjuicios para su salud.
En un estudio publicado recientemente, un equipo de científicos liderado por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres de la Universidad de Londres ha demostrado que ese sistema encargado de hacernos sentir asco se activa ante ciertos factores que pueden dividirse, según el trabajo, en seis categorías principales.
Entre estas clases figuran la falta de higiene, los animales (como los insectos), ciertas prácticas sexuales especialmente arriesgadas, lesiones o heridas en la piel, rasgos de apariencia atípicos (como deformidades) y alimentos podridos.
Los investigadores, que han publicado sus hallazgos en Philosophical Transactions of the Royal Society B, preguntaron a más de 2.500 encuestados sobre el grado de repulsión que sentían frente a 75 situaciones diferentes, como personas con infecciones, lesiones de la piel con pus, objetos cubiertos de insectos, estornudos o la defecación al aire libre.
Las heridas con pus, lo más repulsivo
De todos los escenarios, la visión de heridas supurantes resultó ser lo más desagradable para los participantes en el estudio, seguido de cerca por los signos de falta de higiene corporal como los olores pestilentes.
Analizando estas respuestas, los investigadores fueron capaces de identificar esas seis categorías de factores que nos provocan repulsión, todos ellos relacionados con vectores que transmitían distintas enfermedades en la antigüedad.
Por ejemplo, hace varios siglos ingerir alimentos en mal estado podía ser la causa de enfermedades como el cólera, tocar a otras personas con poca higiene podía transmitir la lepra y las heridas abiertas podían acarrear laviruela.
“Aunque sabíamos que la sensación de repugnancia es positiva, hemos conseguido basarnos en ello para demostrar que esta repulsión está estructurada para reconocer y responder a amenazas de infección con el fin de protegernos”, explicó Val Curtis, coautor del estudio.
Sus resultados confirman así la conocida comoteoría de la evitación del parásito, que defiende que los parásitos y las enfermedades han influido en el desarrollo de pautas de comportamiento en los animales (también de valores en humanos) para evitar los focos de infecciones.
Además, el análisis de las respuestas demostró que, curiosamente, las mujeres consideraban los estímulos de cualquiera de las categorías más desagradables que los hombres. Para ellas, las prácticas sexuales de riesgo y los animales que portaban alguna enfermedad eran los factores que más asco producían.
Por otro lado, los investigadores sugieren que otros animales podrían mostrar reacciones análogas a situaciones similares.
SegúnMicheal de Barra, otro de los autores del estudio, “nuestra larga coevolución con las enfermedades nos ha programado este sentido intuitivo de lo que puede causarnos una enfermedad”. Conocer más estos mecanismos, puede ayudar tanto a desarrollar medidas de salud pública como para investigar cómo varían en función de las diferencias culturales.
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