ANALIZAN INFORMACIÓN INCOMPLETA
Por qué no deberías fiarte de los estudios de salud basados en datos de apps de tu móvil
Hay ‘apps’ que cuentan pasos, pero no es lo mismo subir escaleras que caminar en llano. Además, no todo el mundo usa estas herramientas. Por razones como estas, las investigaciones de salud que analizan datos de aplicaciones obvian variables necesarias para elaborar modelos fidedignos.
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Lo que realmente determina los niveles de obesidad de un país no es el ejercicio físico promedio que practican sus habitantes, sino la magnitud de la diferencia entre los más activos y los más vagos. Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado recientemente en ‘Nature’ que también incluye un ‘ranking’ por naciones en base a este factor –y en el que España ocupa un digno décimo puesto–.
Según los autores del trabajo, se trata de una de las investigaciones más extensas realizadas en esta área hasta la fecha: han tenido en cuenta los hábitos de 700.000 personas de 111 estados a través de los datos anónimos de la aplicaciónArgus, que registra tanto variables de actividad física como relacionadas con otras costumbres.
La información almacenada por este tipo de herramientas “abre la puerta a nuevas formas de hacer ciencia a una escala mucho mayor”, asegura el bioingeniero de la Universidad de Stanford Scott Delp, uno de los firmantes. Sin embargo, los datos de salud provenientes de estas fuentes tecnológicas presentan ciertas limitaciones y sesgos inevitables.
Por una parte, el número de pasos contabilizados por las aplicaciones no es del todo preciso. No se trata de un problema de los sensores de los teléfonos, sino de los algoritmos que utilizan las empresas que han desarrollado las ‘apps’.
Estos no son capaces de recoger la enorme variabilidad que entraña el movimiento humano: no es lo mismo arrastrar los pies que levantarlos vigorosamente, dar largos trancos que cortos pasitos, subir escaleras que caminar en llano.
Detalles como estos están presentes en los datos brutos registrados por las aplicaciones, pero no en los ya procesados por las herramientas. Estos programas seleccionan la información para simplificar, dar unos resultados sencillos a sus dueños y, de paso, ahorrar batería.
¿Quién utiliza las aplicaciones?
Por otra parte, la información presenta otro tipo de sesgos más allá de los tecnológicos. Si los investigadores solo consideran los números relativos de usuarios de Android e iOS que hayan descargado una aplicación concreta (como Argus), están limitando el alcance del estudio a cierto grupo de personas, seguramente más en forma que la media –por algo tienen una aplicación de actividad en el móvil–. Entre ellas, difícilmente habrá niños o ancianos.
Las herramientas tampoco tienen en cuenta variables como la raza o los ingresos de los usuarios y, aunque algunos de ellos hacen un seguimiento de comidas y calorías, no siempre se incluyen estos factores en los estudios –no se han considerado en el trabajo de ‘Nature’–. Por esta razón, los expertos no pueden desarrollar hipótesis sobre cómo influye el estilo de vida en los niveles de obesidad más allá de la actividad física.
Para elaborar modelos más sofisticados y fidedignos que analicen la incidencia de la obesidad en la población y puedan predecir su evolución, hace falta más información de la provista por la mayoría de aplicaciones.
Una posible alternativa consistiría en que los investigadores analizaran los datos brutos recogidos por los sensores, pero, para ello, tendrían que contar con la colaboración (poco probable) de compañías como Apple y Google. También podrían trabajar con desarrolladores o crear sus propias ‘apps’, pero entonces tendrían que conseguir que un buen número de personas las descargasen, a pesar de su gran consumo de batería.
Todo esto no significa que estudios como el publicado en ‘Nature’ ofrezcan resultados erróneos, pero tienen serias limitaciones: los datos de móviles y ‘wearables’ podrían ser procesados para realizar análisis más detallados y modelos sobre problemas de salud realmente fiables. Sin embargo, la información que recaban las aplicaciones es propiedad de empresas que suelen preferir utilizarla con fines económicos.
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