JUGAR ES ENSAYAR CONOCIMIENTOS FUTUROS
Lo que nos enseñan los juegos
El juego es una etapa crucial en la vida de un niño. A través de sus juguetes, además de la imaginación, practica muchas habilidades que le serán vitales en su desarrollo intelectual y su vida futura.
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La primera etapa de nuestra existencia la pasamos jugando con cosas de todo tipo, y cada juego nos enseña algo. De hecho, muchas de las cosas que aprenderemos a hacer son más sencillas de aprender gracias a los juegos, que contribuyen a desarrollar determinadas áreas o actividades humanas de forma sencilla y agradable. Al crecer, además de para lo que sirven los juegos en sí, aprendemos a añadir otro componente, el de la imaginación, que además de multiplicar las posibilidades de los juegos que tenemos, contribuye a su vez a que aprendamos a ser creativos y a solventar situaciones complejas.
Hay juegos con finalidades obvias, como los tipo Lego o Tente, de construcciones. O los puzzles. Sirven para desarrollar nuestra capacidad creativa, en los primeros casos, y para mejorar nuestra percepción espacial y capacidad visual compleja, en el segundo. Hay otros menos evidentes, pero que también hacen su labor. Otros desarrollan la habilidad visual (los ‘Dónde está Wally’), o la capacidad memorística (los ‘Memo’, los de hacer parejas y demás). Hay incluso algunos para mejorar nuestra flexibilidad y respuesta física, como el Twister… o el burro.
Es el caso, por ejemplo, de los juegos tipo ‘Quién es quién’ o ‘Cluedo’, que ayudan a estimular la capacidad deductiva. Otros, tipo Trivial Pursuit o Scatergories tienen un componente cultural o léxica, y algunos estilo Sudoku trabajan el razonamiento matemático.
Incluso los videojuegos ayudan a aprender. Es más, sobre todo los videojuegos ayudan a aprender. Por su particular capacidad de recrear realidades y escenarios, cada videojuego puede ayudarnos a desarrollar ciertas habilidades. Hay una, en cualquier caso, que comparten todos: la coordinación visual-mental-de acción, ya que aprendemos, ante un estímulo visual, a procesar una acción compleja que llevamos a cabo con las manos en mandos.
Dentro de los videojuegos hay algunos más sesudos que otros. Las aventuras gráficas, de estrategia o los juegos de rol desarrollan la lógica situacional, el comportamiento empático y la capacidad de razonamiento y correlación, mientras que juegosque creías que no servían para nada, como los de estilo ‘shooter’ (esos de ir pegando tiros), los arcades (simuladores deportivos, por ejemplo), los de plataformas y los similadores ayudan a adquirir velocidad de respuesta y ciertas habilidades manuales complejas (combinaciones de teclas para llevar a cabo acciones concretas.
Qué decir de míticos como el Tetris, que además de ayudar en lo que ayudan todos los videojuegos, servía para desarrollar la capacidad espacial, para aprender a ser capaz de organizar puzzles complejos y, además, hacerlo con una velocidad creciente. O del ajedrez, juego antiguo donde los haya que, salvando las distancias, sirve para lo que el Póker: para aprender a pensar por adelantado posibles movimientos del rival tomando en cuenta variables diversas. En el caso del Póker, claro, atendiendo al componente del azar de las cartas que tengas.
Por terminar con los clásicos, siempre está el sesudo Cubo de Rubik, el del pensamiento matemático, el desarrollo espacial complejo y el aprendizaje de combinatoria. Pero, con permiso, uno siempre ha tenido en el altar un juego sencillo, ochentero y mítico que sólo servía para mejorar la coordinación temporal.
Pero todo eso pasó, pensarás. En realidad, nunca dejamos de jugar. Las cartas, el Trivial, el Monopoly, el futbolín, el dominó, los sudokus… Incluso de adultos seguimos jugando y desarrollando habilidades complejas o, al menos, manteniendo frescas aquellas cosas que aprendimos en su día. Por eso, por ejemplo, es tan saludable seguir jugando al hacernos mayores, como forma de prevención del deterioro cerebral típico de la edad.
Y tú, ¿qué prefieres? ¿Un autodefinido o una sopa de letras?
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