POR SI LO HABÍAS PILLADO
¿Qué pasa por tu cabeza cuando pillas un chiste? Lo han explicado con física cuántica
"No me gusta y me disgusta haber tenido que ver con ella”, dijo en cierta ocasión Erwin Schrödinger refiriéndose a la mecánica cuántica. Lo que no se imaginaba el físico austriaco es que, años después, esta compleja teoría serviría incluso para explicar algo tan mundano como por qué nos tronchamos de risa con los chistes.
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En las últimas décadas han sido muchos los intentos de explicar el fenómeno del humor y lo que ocurre en nuestra sesera cuando entendemos un chascarrillo. Algunos modelos computacionales sugerían que el grado de diversión de un chiste dependía de dos elementos. Por un lado, que incluyera ciertas palabras con doble significado (disociación) y jugase con ellas. Y por otro, que existieran múltiples maneras, incompatibles entre sí, de interpretar el enunciado o la situación que narraba. Así, mientras el chiste se está construyendo en la boca de nuestro interlocutor, nuestra mente haría una interpretación. Pero en el momento de ponerle el punto final, el desenlace nos descolocaría con un cambio en el enfoque de la situación, el significado cambiaría de golpe y eso generaría el efecto cómico. Y la carcajada.
Pero Liane Gabora, de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), discrepa de esta interpretación. Y aporta un estudio publicado en Frontiers of Physics para argumentar que no es el cambio de significado lo que hace que nos echemos a reír sino la capacidad del cerebro para percibir a la vez dos significados incongruentes. Algo similar a lo que propone la mecánica cuántica para explicar el estado de los cuerpos a escala subatómica. “La diversión no es un elemento de la realidad externa, preexistente, que se pueda medir”, explica Gabora. En lugar de eso, “surge de la interacción entre la naturaleza del chiste, el estado cognitivo de quien lo escucha y otros factores sociales y del entorno”. Por eso la física cuántica es una candidata idónea para crear un modelo fidedigno del humor.
No es el único intento de explicar el humor apoyándose en la física. Hace un par de años, otro estudio canadiense sacó a relucir que las palabras inventadas son más graciosas cuando tienen un bajo nivel de entropía, una magnitud física que mide cómo de ordenada o predecible es algo. Dicho de otro modo, nos hacen reír más las palabras menos desordenadas pero en las que se cuelan letras bastante improbables.
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