PESADILLAS RECURRENTES
¿Por qué soñamos que nos falta una asignatura para que nos den el máster o la licenciatura de manera recurrente?
Te despiertas en mitad de la noche bañado en sudor, con el pulso acelerado y la respiración entrecortada. Acabas de tener una pesadilla. Una que te es familiar. Que se ha repetido varias veces desde que estabas en el instituto: que llegas tarde al examen más importante de tu vida, ese en el que te juegas pasar un buen verano, o incluso un título importante. Y vas y lo suspendes
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Estos sueños inquietantes no solo sirven para darnos la noche. Cumplen una función, según la teoría de la simulación de amenazas (TST por sus siglas en inglés) formulada por el neurocientífico cognitivo finlandés Antti Revonsuo hace casi dos décadas.
La idea central de la teoría es que los sueños funcionan como simuladores de realidad virtual. Al soñar, nuestro cerebro crea un campo de prácticas seguro donde entrenarnos. Donde recrear posibles acontecimientos amenazantes para que, si ocurren en la vida real, no nos pille por sorpresa.
"Es igual que cuando a los pilotos de avión se les obliga a adiestrarse regularmente con simuladores de vuelo que recrean situaciones de emergencia con suficiente verosimilitud para que adquieran las habilidades y aprendan a reaccionar por si alguna vez se enfrentan de verdad al peligro", cuenta en declaraciones a TecnoXplora Antti Revonsuo, que actualmente investiga en la Universidad sueca de Skövde.
"Cuando soñamos con situaciones incómodas o amenazantes, nos preparamos en un 'entorno seguro' (el de nuestros sueños) para desarrollar estrategias útiles ante problemas de la vida real", matiza.
Desde este punto de vista, las pesadillas jugarían un rol evolutivo importante. Soñando con bestias que les acechaban, avalanchas de nieve, tribus invasoras y quien sabe qué más preocupaciones, nuestros ancestros se preparaban para sobrevivir si las cosas se les ponían difíciles. No en vano, los experimentos realizados para poner a prueba la teoría de Revonsuo indican que al menos en un 70% de los sueños de los adultos acecha algún peligro, aunque solo un 20% de ellos amenaza su vida.
En los sueños sobre "catástrofes académicas", lo que está en riesgo no es nuestra integridad física sino ver cumplidos nuestros objetivos.
"Soñar que fracasamos en tareas y propósitos importantes - como enfrentarse a un examen o conseguir un título universitario- es una de las manifestaciones más comunes de esta teoría", nos aclara Antti Revonsuo.
De hecho, está en la lista de sueños universales de la humanidad, junto a caerse al vacío, ser atacado, perderse o quedar atrapado. Dice el investigador que las pesadillas nos ponen en lo peor, exageran escenarios terribles que seguramente podremos evitar que lleguen a suceder. Es poco concebible, por ejemplo, que lleguemos a un examen dos horas tarde, sin bolígrafo, después de subir 1300 peldaños de una escalera infinita (porque la prueba la han convocado en una altísima torre sin ascensor) y, encima, descalzos y en pijama.
Pero si al final la realidad supera la ficción onírica y la calamidad ocurre, al menos estaremos preparados para reaccionar porque "ya los hemos soñado".
No solo eso. Encima, "se ha demostrado que soñar que suspendemos un examen nos hace sacar mejores notas", subraya Revonsuo. Tiene en mente un reciente estudio francés que demostró que soñar que suspendemos la noche antes de un examen importante no solo no es perjudicial sino que incluso sube la nota.
Pero entonces, ¿por qué aunque estemos ya entraditos en años el colegio sigue siendo un escenario onírico habitual, y volvemos una y otra vez a sentarnos en los pupitres escolares mientras dormimos? Revonsuo también tiene una explicación para eso.
"Cualquier acontecimiento emocionalmente estresante queda archivado en la memoria emocional durante el resto de la vida", nos responde. Eso incluye guerras y acontecimientos traumáticos, pero también otros momentos de estrés. Como un examen, por ejemplo.
"El simulador de amenazas lo que hace, sencillamente, es volver a enfrentarnos a esas situaciones mientras dormimos por si acaso alguna vez vuelven a suceder", aclara el investigador finlandés. Que admite también que el sistema es "un poco estúpido", en el sentido de que "ignora que en la realidad nunca vamos a volver al cole, y simplemente coge situaciones que nos provocaron emociones negativas intensas y las reproduce en pesadillas para entrenarnos a conciencia, aunque en este caso sirva de poco".
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