UN ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE ARIZONA
Runners, depresivos, jugones y autistas tienen los cerebros más cableados
Sales a correr día a tras día y lo notas: los músculos de tus piernas se fortalecen, tu corazón gana en resistencia, pierdes grasa corporal y, poco a poco, se afina tu figura.
Publicidad
Lo que quizás te pase desapercibido es la transformación que experimenta tu sesera como consecuencia de la práctica del running. Científicos de la Universidad de Arizona (EE UU) han sacado a la luz que el número de conexiones entre distintas áreas del cerebro es muy superior entre quienes corren con asiduidad, independientemente de la edad.
Incluyendo las que confluyen en la corteza frontal, encargada de planificar y tomar decisiones. Estudios previos habían evidenciado que ciertas actividades que requieren un control motor fino, como tocar un instrumento, o las que implican una gran coordinación entre el ojo y la mano, como jugar al golf, alteran la estructura cerebral. Sin embargo, esta es la primera vez que se demuestra que un ejercicio repetitivo como correr afecta hasta ese punto a la materia gris.
"Posiblemente se deba a las demandas cognitivas que implican las carreras de larga distancia combinadas con el ejercicio aeróbico", concluyen los autores.
La maraña de neuronas que conectan distintas partes de la mollera también es más tupida si sufres depresión. Aunque en este caso no supone una ventaja, sino todo lo contrario. Psiquiatras de la Universidad de Illinois (EE UU) demostraron que ciertas regiones del cerebro están hiperconectadas en pacientes con un historial depresivo.
Estas áreas están relacionadas con la práctica de rumiar, es decir, de darle vueltas al mismo problema una y otra vez sin intentar darle una solución de manera activa.
"Rumiar es un modo muy poco saludable de procesar las emociones", asegura Scott Langenecker, coautor del estudio.
"Es más, se trata de un factor de riesgo para la depresión y para las recaídas", añade. Además de que cuanto más "rumian" nuestras cabezas menor es el control cognitivo.
Detrás del autismo también hay un cerebro hiperconectado. Y ese exceso de conexiones, que abarca todo el cerebro, es en gran medida responsable de las dificultades de interacción social, los problemas de autorregulación de la conducta y falta de empatía de los autistas.
Pasar los días asumiendo el papel de legendario héroe en World of Warcraft o inmerso en otros videojuegos online también modifica la materia gris. Neurorradiólogos de la Universidad de Utah demostraron hace poco que jugar de forma crónica a videojuegos aumenta las conexiones entre ciertas áreas del cerebro para que procesemos la información de manera más efectiva.
Estos lazos neuronales mejoran la coordinación entre distintos sentidos como la vista o el oído y ayudan a que los jugadores reaccione con más velocidad ante situaciones inesperadas, tanto frente a la pantalla como en la vida real. Sin embargo, no todo son ventajas para los jugones. El cerebro hipercableado de los adictos a los videojuegos también los vuelve distraídos y reduce la capacidad de controlar los impulsos,. Y eso les predispone a caer en las redes de otras adicciones dañinas.
Publicidad