¿ESTÁIS COMO EL PERRO Y EL GATO?
Seis cosas que tu mascota trata de decirte con su lenguaje corporal
Si mueve la cola rápido es bueno y si agacha las orejas debería temer… ¿No? Los movimientos de sus peludos cuerpecitos dicen mucho más de lo que crees, y lo sabes. Pero interpretarlos ya es otro cantar. Descubre de una vez por todas si tu amigo felino o canino está de buenas o malas contigo.
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Es tan tierno cuando te mira así o asá que has tenido que inundar tus redes sociales de sus fotos cuando hace cualquier cosa. Pero, un momento: ¿nunca te han sorprendido maullando o ladrando de una forma extrañísima, arqueando las orejas como si fuesen un dibujo animado o caminando a prácticamente a la pata coja sin quitarte la mirada de encima como si te estuviesen intentando decir algo? Es precisamente su objetivo.
Al igual que con los seres humanos, los animales tienen una serie de formas de expresarse, solo que no entiendes su lenguaje en absoluto y te limitas a babear de amor cuando hace estas locuras “porque más monos no pueden ser”. Basta ya: tu mejor amigo quiere decirte algo, y deberías aprender a escuchar su mensaje cuanto antes.
Pero no queremos abrir el eterno debate sobre quién es nuestro mejor amigo: en esta ocasión, dejaremos la cosa en tablas para que los amantes de perros y los ‘locos’ de los gatos resuelvan sus conflictos hogareños. Aquí, tres pistas para entender un poco mejor qué es lo quiere realmente decirte tu mascota:
“Déjame tranquilo o la tenemos”
Lo de que los gatos son traicioneros no es del todo un mito. La realidad es que sus cambios de parecer y apetecer fluctúan tanto que es complicado saber si sus pupilas se han dilatado porque nos está escuchando detenidamente o porque quiere comernos vivos.
Lo que sí es sencillo de interpretar son los movimientos de sus bigotes. Cuando los dejan caer hacia delante y los mantienen relajados es un signo de satisfacción y bienestar, pero, ojito a si extiende sus bigotes y los sube hacia arriba: tu felino está tenso y listo para atacar.
“Me parto”
La peculiar risa del Perro Pulgoso no era una inventada de unos dibujos animados. Puede que en aquel momento sí, pero la ciencia ha demostrado que los perros se ríen, y lo hacen a través de jadeos entrecortados cuando están pasándoselo en grande.
Eso sí, no confundas las carcajadas propias de un momento de juegos y carreras con una respiración fuerte y entrecortada permanente: tu can podría estar sufriendo un golpe de calor, tener miedo o estrés. Si es así, coméntalo con un veterinario porque eso no tiene ninguna gracia.
“¡Eh! ¿Qué tal tu día?”
Desde el ronroneo al maullido, lo cierto es que los gatos son animales muy ‘habladores’. De hecho, sólo maúllan a los seres humanos y muchas veces lo hacen para saludarles y demostrarles afecto.
Emiten un tipo de sonido similar a un chirrido, similar al que suena cuando aprietas un patito de goma, que se traduce como una señal amistosa. Cuando llegas a casa y te reciben con ese sonido divertido están saludándote. Si la bienvenida es un parloteo de maullidos, mira su plato porque debe llevar vacío un buen rato.
“Vaya planazo, amigo”
Si tu perro ser revuelca por el suelo sobre su espalda y con las patas hacia arriba, es señal de que está satisfecho y contentísimo. Gesto que, si te paras a recordar, habrás notado que hacen precisamente antes o después de que hayáis ido juntos a que realice una actividad que les encanta.
Rara vez lo harán porque les pica el lomo porque para eso ya son capaces de dar rienda suelta a su increíble elasticidad y rascarse con la pata.
“Estoy en la gloria, familia”
El secreto está en la masa, pero la que parecen intentar hacer con tus muslos, barriga o un cojín cuando están muy, muy felices. Cuando un gato amasa con sus patitas es porque se siente extremadamente relajados, tanto que incluso pueden llegar a babear de placer.
Se trata de un viejo truco que aprendieron cuando amamantaban para que la leche de sus madres fluyese mejor y, de paso, regalar un masaje a quien le ha dado la vida para que esté más a gusto.
“Me aburro en casa, y mucho”
Cuando un can tiene un comportamiento destructivo, como masticar cualquier objeto de la casa o roer muebles y paredes, es señal de que no es demasiado feliz. Tampoco dramaticemos, que lo único que intenta pedirte es salir más a la calle porque no se siente desfogado.
Si percibes que a estas ansias destructoras se unen otros cambios drásticos en su conducta –dormir en lugares diferentes o andar escondido y dormitando más de lo normal– la reconciliación podría ser algo más complicada. Presta atención a sus necesidades, que ellos lo hacen constantemente contigo.
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