LA COMPARECENCIA DE LOS RESPONSABLES DE SANIDAD NO DESPEJÓ DUDAS
Las siete respuestas clave para controlar el brote español de ébola
¿Qué ha pasado para que una enfermera en España sea el primer caso de ébola fuera de África y, sobre todo, qué hay que hacer ahora? Ante todo, mucha calma: hay muchas más preguntas que respuestas.
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La confirmación, tras dos pruebas, de que una enfermera española se ha contagiado del virus del ébola tras tratar a uno de los enfermos traídos desde África ha desatado las alarmas. El Ministerio de Sanidad ha puesto en marcha el protocolo para controlar la situación y sus responsables comparecieron este lunes para dar cuenta de la situación.
El problema es que muchas de las respuestas fueron vagas e inconcretas, lo cual, más allá de la precaución y falta de información del primer momento, abre muchos interrogantes. Y el control de un posible brote en España pasa por clarificar siete sombras de duda
¿Se debe repatriar a los enfermos?
La decisión de traer a España a los compatriotas que contrajeron la enfermedad ayudando a infectados en el centro de África responde más a una cuestión de deber de protección a los ciudadanos españoles y a motivos humanitarios que a causas científicas. Quienes cuestionan la idoneidad de la decisión de traerlos a España señalan que dada la altísima tasa de mortalidad de la enfermedad, y ante la falta de curas, la operación ha supuesto un riesgo manifiesto, además de un desembolso económico, que no ha podido evitar los fallecimientos.
Al margen de considerar si es ético o no dejar morir a nuestros compatriotas allí o intentar una opción a la desesperada movilizando un avión medicalizado y todo un complejo dispositivo sanitario, la cuestión a la que apuntan otros es distinta: si decides traerlos, ¿por qué el riesgo de hacerlo en Madrid?
La capital, además de la ciudad más poblada, es la mejor comunicada de todo el país gracias a su ubicación geográfica, la red radial de carreteras, el aeropuerto internacional y otros factores. No parece, por tanto, el mejor lugar al que llevar a enfermos de una enfermedad contagiosa y altamente mortal. Si se ha podido habilitar un ala hospitalaria cerrada en la capital, ¿no podría haberse habilitado un hospital de campaña en una zona aislada de la población y las redes de comunicaciones para minimizar riesgos?
La cuestión es, volviendo al debate ético, qué hará el Gobierno en adelante si algún otro ciudadano español enferma en África: ¿se informará del caso y se decidirá sobre si es conveniente repatriarlo, y en qué condiciones, o se optará por no comunicarlo o no repatriarlo?
¿De verdad se actuó de forma correcta?
En las últimas semanas algunos profesionales sanitarios han denunciado que el protocolo de actuación no era el adecuado y que los medios no eran suficientes, avisos que han corrido como la pólvora por la Red una vez se ha confirmado el primer caso de contagio en nuestro país, el primero registrado fuera de África, donde nació el virus.
Junto a esas denuncias, por la Red se han movido fotografías de cómo se aislaron zonas hospitalarias con meros parabanes y cinta señalizadora, o de personal sanitario que no iba vestido adecuadamente durante el traslado de los infectados, o con el equipo mal colocado.
¿Os acordáis de aquel conductor de ambulancia que se enfrentaba al ébola 'a pelo?... pues eso... pic.twitter.com/dRgOuxhEcS
— Pepo Jiménez (@kurioso) octubre 6, 2014
"Vamos a poner todos los medios necesarios a disposición de los médicos" Ana Mato. pic.twitter.com/Rd3oVsz4Kx
— Barbijaputa (@Barbijaputa) octubre 6, 2014
Es evidente que algo se ha hecho mal porque, de lo contrario, la enfermera no se habría contagiado, la cuestión es confirmar que esas imágenes son reales y que, en todo caso, esas deficiencias supusieron un riesgo real de contagio, habida cuenta de que el virus se transmite sólo a través de contacto directo con fluidos corporales. Identificar dónde ha estado el fallo y por qué ha sucedido es crucial para evitar nuevos casos y, en un segundo momento una vez controlada la situación, depurar responsabilidades.
¿Se incumplió lo que establece la OMS?
Se ha dicho que la OMS recomienda que todo el personal que está en contacto con enfermos de ébola estén 21 días en observación o aislamiento para prevenir nuevos casos. En realidad lo que indica la OMS es que los síntomas pueden aparecer entre 2 y 21 días después del contagio, por lo que aunque no se diga directamente, parece lógico que ante una enfermedad contagiosa y sin cura lo más lógico sería haber sometido a controles a todo el personal sanitario que estuviera en contacto directo con los contagiados.
Sin embargo, tras el fallecimiento del paciente la enfermera contagiada se fue de vacaciones durante una semana. La cuestión es dilucidar en qué momento deberían haberse podido levantar los controles recomendables, es decir, si la enfermedad podría haberse detectado antes o hasta ese día 22 podría haber dado negativo en pruebas si no manifestaba síntomas.
¿Cómo se contagió la enfermera?
Según los responsables sanitarios, la contagiada entró dos veces en la habitación del enfermo repatriado, por lo que cabe la posibilidad de que el contagio fuera en una de esas dos visitas o bien a través de ropa o sábanas del paciente. En cualquier caso, el hecho de que todavía no se sepa -o no se haya comunicado- la forma en que la enfermera se contagió abre la posibilidad a que otros compañeros pudieran haberse contagiado de la misma forma. La UE ya ha pedido más información a España sobre este punto.
¿A cuánta gente ha podido contagiar y quiénes son?
Si no se ha podido saber cuándo y de qué forma se contagió la enfermera es imposible saber a cuántos se ha podido contagiar. Como mínimo están en riesgo todos los que participaron en el operativo sanitario, al menos hasta que se les haga pruebas que permitan descartar el contagio, y en caso de que haya más contagiados, toda aquella persona de su entorno que haya entrado en contacto con sus fluidos. Así, puede que no haya más contagiados y lo de la enfermera sea un desafortunado contagio puntual o puede que, a través de ella u otro hipotético contagiado, el virus se haya propagado en esta última semana.
Dado que el virus no se transmite por el aire la alarma debe ser moderada, aunque existe la posibilidad de un contagio en cadena a través de contacto con sangre, sudor u otros fluidos.
¿Es cierto que tuvo que insistir para que la diagnosticaran?
El diario El Mundo publica este martes que la enfermera, ante los síntomas que percibió durante seis días, tuvo que pedir que se le realizaran pruebas. A falta de poder confirmar ese extremo, en caso de ser así, no sólo se habría cometido algún error en todo el protocolo aplicado, sino también se estaría hablando de una carencia de controles y seguimiento además de una peligrosa negligencia por parte de los responsables de realizar esas pruebas.
¿Qué hay que hacer ahora?
Lo primero, que no cunda el pánico. El ébola es una enfermedad terrible, sin cura y con una elevadísima mortalidad, pero no se transmite por el aire, lo que reduce las posibilidades de propagación y hace más fácil poder controlar un brote si se sigue de forma eficaz y transparente la línea de contagio.
Aquí hay algunas lecciones que debimos aprender de cuando el pánico a la gripe A para no repetir errores. Ante todo, actuar con precaución, leer las recomendaciones de la OMS y tener sentido común: tener fiebre no implica tener ébola.
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