LA RESPUESTA, EN LOS GENES
No todas las risas son iguales
Hay risas de alegría, risas a carcajadas y risas casi inexpresivas. Y nuestro cerebro no sólo sabe distinguirlas, sino que reacciona de distinta forma al escucharlas
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¿Por qué algunas personas rompen a reír a carcajadas en un momento hilarante mientras otras apenas dibujan en su rostro una sonrisa en la misma situación? Un reciente trabajo que explora las reacciones emocionales humanas sugiere que la respuesta podría estar en los genes.
En concreto, investigadores de la Universidad Northwestern en EEUU han descubierto que las personas que tienen una versión corta de un gen llamado 5-HTTLPR sonríen o se ríen más cuando ven dibujos animados divertidos que quienes tienen una versión corta.
Investigaciones previas ya habían revelado que este mismo gen está ligado a emociones negativas más intensas, lo que unido al nuevo estudio indica que en las personas con los alelos cortos se amplifican las reacciones emocionales tanto a situaciones positivas como negativas. Dicho de otro modo, estos individuos sufren más en un entorno adverso y disfrutan más de las condiciones agradables.
La sensación que transmitimos a quienes nos rodean cuando nos desternillamos de risa depende del sonido que emitimos. En concreto, tal y como demostró Michael Orwen de la Universidad Estatal de Georgia, contagiamos más el buen humor al emitir largas y sonoras carcajadas con la boca abierta que si reímos con la boca cerrada. Según los investigadores, a medida que nuestro nivel de júbilo aumenta, los pliegues de la boca se mueven y nos 'obligan', finalmente, a abrirla de par en par.
Por otro lado, no todas las risas significan felicidad. Tal y como sacaba a la luz un estudio de la Universidad de Newcastle, publicado en la revista especializada Neuroimage, además de la risa de alegría existen otras dos: la que provocan las cosquillas y la que denominan "risa burlona". Y han demostrado que cuando una persona escucha uno de estos sonidos es capaz de diferenciarlo sin ver el rostro de la persona que los emite.
Y, lo que es más interesante, las áreas del cerebro que se activan al escuchar estos tipos de risas son distintas, según muestran las imágenes obtenidas por resonancia magnética funcional.
A esto se suma que nuestro cerebro reconoce con total nitidez la diferencia entre una risa sincera y una carcajada forzada o fingida. De hecho, la respuesta neuronal es radicalmente distinta si escuchamos una risotada espontánea frente a si la carcajada no es genuina.
Por otra parte, si dos personas comparten una risa franca son capaces de compartir más información entre sí, hasta el punto de que incluso nos atrevemos a hacer revelaciones íntimas sobre nosotros mismos a un desconocido después de habernos reído a carcajada limpia con él. Y si hablamos de efectos positivos de la risa, la ciencia ha comprobado que un vídeo cómico de veinte minutos mejora los resultados en pruebas de memoria, ya que reír reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
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