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LO DEMUESTRA UN ESTUDIO

Todos somos Vicente: estamos programados para imitar al vecino más de lo que deberíamos

Un estudio demuestra que tenemos una tendencia natural a imitar al prójimo. Este comportamiento nos condiciona a la hora de tomar decisiones y nos impide adaptarnos a los cambios.

Gente esperando ante la oficina de Empleo

Gente esperando ante la oficina de Empleo EFE

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El dicho asegura que Vicente siempre va donde va la gente y, según un estudio liderado por la Universidad de Exeter, todos nos parecemos bastante a él. El trabajo ha demostrado que los seres humanos, como el resto de animales sociales, evolucionamos para fijarnos en lo que hacen nuestros vecinos en vez de fiarnos de nuestro propio instinto.

El equipo de científicos ha desarrollado modelos matemáticos para conocer cómo evoluciona este comportamiento en diferentes grupos de animales. En todos los casos, los individuos tendían cada vez más a imitar a los que les rodean, en vez de tomar sus propias decisiones.

“La influencia social es una fuerza importante en la naturaleza y en la sociedad”, asegura Colin Torney, autor principal del estudio.

Para nuestros antepasados y muchos animales es una manera de saber hacia dónde huir cuando se acerca un peligro o de escapar a tiempo. Hoy en día, utilizamos este ‘modus operandi’ en otro tipo de casos, como la compra de un teléfono móvil o un ordenador.

Imitar el comportamiento de los semejantes puede ser útil en muchas situaciones, pero no garantiza el éxito, ni siquiera el evolutivo. Que se lo digan a las hormigas, o a Guardiola. A veces, las tendencias sociales contradicen las creencias personales del individuo y este no sabe enfrentarse adecuadamente a los cambios en su entorno. “Hemos demostrado que la evolución lleva a los individuos a hacer un uso desmesurado de la información social y que copiamos más de lo que deberíamos”, dice Colin.

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