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ANTIHIGIENE DENTAL

Trucos sencillos para que tu cepillo de dientes no sea un nido de gérmenes

Mientras sigas dejando el cepillo donde no debes, enjuagándolo mal y dejándotelo a diestro y siniestro, los tres lavados diarios serán un esfuerzo en balde para acabar con las temibles bacterias que acechan tu dentadura y problemas bucodentales más graves.

Por el amor de dios, ¡aléjalos!

Por el amor de dios, ¡aléjalos!Pixabay

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“Dientes dientes limpios, dientes dientes sanos, ¡cepíllate los dientes o te crecerán gusanos!”. Buen mensaje y mejor eslogan -claro que sí-, pero quizás lo que no sabían las chicas de 'Grease' por aquel entonces es que los “gusanos” también podían crecer en sus cepillos de dientes. Porque nuestro artilugio de higiene bucodental habita en el cuarto de baño, el lugar de la casa donde más bacterias, gérmenes y hongos se concentran.

De hecho, según el microbiólogo Robert Donofrio, de la organización NSF International, el cepillo es el tercer objeto más sucio de una casa. No llames aún al Ratoncito Pérez para que vaya preparando los cuartos que no tienen por qué caérsete los dientes: mejor sigue los sencillos e indoloros consejos que te proponemos y te ‘cepillarás’ a bastantes más microorganismos de los que aniquilas a día de hoy. Apunta.

Manos limpias. Lávate las manos antes de lavarte los dientes. Así evitarás que las bacterias que tengas en las manos hagan ¡plop! y pasen al cepillo.

Agua calentita. Enjuaga tu cepillo con agua caliente antes de utilizarlo. Cuando acabes de cepillarte, lávalo bien con agua -a poder ser también templada- para eliminar todos los restos. Importante: agítalo fuertemente para que se seque lo máximo posible.

Guarda bien tu cepillo. Mételo en su recipiente con las cerdas hacia arriba y, si hay más en el vaso, evita que se den "besitos" para que no se contaminen de microorganismos entre ellos.

Aunque el tuyo sea eléctrico y ‘turbomolón’, tienes que seguir las mismas instrucciones
Aunque el tuyo sea eléctrico y ‘turbomolón’, tienes que seguir las mismas instrucciones | Flickr

Aléjalo del váter. En la medida de lo posible, procura que tu cepillo no esté demasiado cerca del váter (el lugar con más gérmenes de cualquier casa) o de la ducha (donde hay un ambiente demasiado húmedo… ese que tanto les gusta a las bacterias para acomodarse y multiplicarse.

El capuchón, para los bolis. “¡Socorro, socorro!” ¿Las oyes? Son tus cerdas, que piden libertad. Por muy ‘cuquis’ que sean, nunca las recubras con la tapa que viene con algunos cepillos porque mantienen un ambiente de humedad idóneo para el desagradable crecimiento bacteriano.

Eso sí, de viaje o al trabajo, tapadito. Si metes tu cepillo en una maleta, mochila o neceser, es preferible que no vaya suelto. Cuando lo saques de casa ponle el capuchón que habías estado guardando con tanto cariño en tu neceser o envuélvelo en papel de plata o en papel film. Así evitarás que coja otras bacterias para que sea un buen compañero de viaje y no un foco de infecciones.

Usa una pinza para la ropa como soporte. Si vas a pasar la noche en un hotel o en casa ajena (y no te fías mucho del inquilino), puedes sujetar tu cepillo sobre una pinza de la ropa usándola como soporte. De esta forma evitarás que el cabezal esté en contacto con esa encimera -que vete tú a saber qué otros seres ha albergado...-

Lava el recipiente donde tienes tu cepillo. No esperes a que se cree una película viscosa en el fondo del vaso donde lo colocas. Da bastante ‘asquete’, ¿verdad? Pues soluciónalo enjuagando el recipiente con jabón de vez en cuando o, por qué no, si tienes hueco en el lavavajillas dale un buen meneo antibacterial.

El cepillo de dientes es personal e intransferible. Como el DNI o la llave del gimnasio, tu cepillo de dientes lleva tu nombre. Bueno, lleva el de la marca, pero vamos, que no lo compartas. En nuestra boca podemos encontrar gran cantidad de bacterias, por ejemplo, las que causan las caries o las enfermedades periodontales. Si lo compartes con tu pareja, familiares o amigos, podrías contagiar o contagiarte cualquier tipo de enfermedad bucodental.

Esto… Amigo, ¿no crees que va siendo hora de cambiarlo?
Esto… Amigo, ¿no crees que va siendo hora de cambiarlo? | Pixabay

No seas rata y cámbialo. Siempre has oído que hay que renovar el cepillo cada tres o cuatro meses, pero pasas. Piénsalo: ¿hace cuánto que llevas usando el mismo? Pues muy mal. Los expertos no aconsejan cambiarlo sólo porque puede que las cerdas estén un poco despeluchadas, es que a lo mejor también están un poco -como su propio nombre indica- cerdas. Si le has cogido cariño al viejo puedes usarlo para limpiar la roña de las baldosas o -¡briconsejo!- el teclado del ordenador.

Si te pones malo, tíralo cuando te cures. Muchas enfermedades se pueden transmitir a través de la saliva, así que cuando te pongas bueno cambia el cepillo y evitarás contagiar a los que viven contigo y, de paso, evitarás volvértelo a pegar a ti mismo y entrar en 'loop' con el virus de turno.

De acuerdo. Sabemos que seguir todos estos consejos a rajatabla es un poco complicado. Y no nos volvamos locos, tampoco queremos crearte un trastorno obsesivo-compulsivo que brote cuando tengas que usar el cepillo. Pero piensa que cada vez que te lavas los dientes lo que estás haciendo es eliminar todo tipo de gérmenes y bacterias.

Recuerda que, con estos consejos, puedes ahorrarte varias caries o alguna que otra infección y que seguirlos te costará mucho menos que una futura factura de tu dentista.

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