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UN COMPORTAMIENTO EXTREMO

La araña que mutila el sexo de su pareja después de fecundarla

El macho de una especie de araña utiliza la mutilación para asegurarse que su compañera sexual no intente reproducirse con otra araña.

Una araña asesina

Una araña asesina urasimaru en Flickr bajo licencia CC

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En el reino animal predomina lo que los biólogos denominan “conflicto sexual”. En cada especie, los individuos quieren maximizar las opciones de transmitir sus genes, pero los machos y las hembras no tienen los mismos métodos para garantizar su descendencia.

Los primeros suelen tirar más por la cantidad de espermatozoides y las segundas, con un número más limitado de gametos, priman la 'calidad' del acompañante.

El conflicto surge cuando el macho quiere asegurarse de que la hembra no tenga sus escarceos con otros. Para ello puede limitarse a vigilar en plan 'macho alfa' y tener a raya a los demás, como los grandes simios, o tener sexo con la hembra durante varios días, los días fértiles de ésta, para evitar que nadie compita con su esperma, como sucede con algunos grandes felinos.

Pero las técnicas pueden llegar a sofisticarse bastante. En algunas especies, durante la cópula, el macho deposita sustancias para bloquear el aparato reproductor de la hembra, al estilo de un cinturón de castidad.

Obviamente esta batalla del conflicto sexual no es unidireccional, ya que las hembras también tienen poderosas armas de batalla.

El caso estremo: la mutilación

Pero de la sofisticación se puede pasar a un extremo más 'gore', de imposición de la monogamia, como sucede con una especie de araña, la cyclosa argenteoalba, analizada por el japonés Kensuke Nakata, de la Universidad de Kyoto, en un estudio publicado en 'Biology Letters'. En el caso de esta araña, muy numerosa en los bosques de bambúes japoneses, el macho directamente mutila a la hembra.

Para seguir el comportamiento esta especie se colocaron muchas arañas vírgenes en un jardín cerrado de 18 metros cuadrados, donde pudieron campar libremente. Al mismo tiempo, se mantuvo apartados a los machos antes de ponerles en contacto con ellas.

Su forma de reproducción es especial, ya que el macho no tiene pene. Primero coloca una gota de esperma fuera del cuerpo y luego la traslada a los bulbos que están en la punta de sus pedipalpos, la especie de 'patitas' que utilizan para manipular presas, palpar el suelo o trepar. Estos bulbos son los que hacen de órganos sexuales externos y sirven para colocar el esperma en el epigino, la abertura genital femenina de los arácnidos.

Nakata observó bastantes acoplamientos entre las arañas. Todo fue normal hasta que el investigador comprobó que, después de la cópula, el 90% de las hembras tenía una pequeña mutilación en una suerte de apéndice que sobresale de su epigino.

No era algo accidental: varias pruebas posteriores comprobaron que sin esa parte amputada era imposible que el apareamiento tuviera éxito. Seguramente sea una especie de anclaje fundamental para que el macho deposite su esperma, porque estos tuvieron cuidado de no lastimar ese apéndice de la hembra sin haber depositado el esperma con sus bulbos en el aparato reproductor de su compañera sexual.

No es la primera vez que se observa esta cruel, y eficaz al mismo tiempo, técnica de mutilación sexual. Se descubrió en otra especie de araña, la larinia jeskovi, en un estudio publicado en 'Current Biology' a finales de 2015. Toda una estrategia de asegurar la paternidad radical y sin ninguna contemplación.

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