¡ARRIBA ESOS CUERNOS!
Bautizan a un cocodrilo prehistórico en honor al fallecido cantante de Motörhead
El depredador que lleva su nombre era una criatura casi tan dura como el propio Lemmy Kilminster, una de las figuras más célebres y queridas del 'heavy metal'.
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Cuando Lemmy Kilmister nos dejó en 2005, el 'heavy metal' perdió a uno de sus grandes referentes, pero los científicos ganaron un apelativo de lo más rotundo y contundente con que bautizar sus hallazgos. De hecho, así ha sucedido: un grupo de científicos ha decidido llamar 'Lemmysuchus obtusidens' a una temible bestia extinta en honor al carismático bajista de voz rota.
A juzgar por los descubrimientos de los paleontólogos, la criatura era casi tan dura como el difunto líder de Motörhead, aunque seguramente ni fumaba ni le daba tanto al whisky. Lo suyo eran más bien las presas animales, pues se trataba de un depredador temible, “uno de los más grandes” de su época, según los expertos del Museo de Historia Natural de Londres.
El Lemmy animal perteneció a la extinta familia de los 'telosaurus', unos parientes lejanos de los actuales cocodrilos que poblaron los océanos de todo el mundo durante el Jurásico Medio, hace alrededor de 164 millones de años. Los dientes de estos reptiles marinos eran “grandes y romos”, y por ello especialmente adecuados “para la trituración de presas como tortugas”, según los investigadores.
El cráneo y algunos huesos de este espécimen fueron desenterrados en 1909 en una cantera británica, pero inicialmente fueron confundidos con los de un 'steneosaurus', otro extinto animal parecido al cocodrilo con el que comparte un hocico tubular y alargado.
Varias décadas después se reavivó la discusión, que ahora parece quedar zanjada gracias a un nuevo examen de los restos llevado a cabo por un equipo de investigadores de diversos países que han publicado sus conclusiones en la revista 'Zoological Journal of the Linnean Society'.
Este trabajo ha confirmado que se trata de un género totalmente nuevo y merecedor de su propio nombre científico. Larga vida al rock (y a su profeta).
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