ACLARA EL COLOR DE SU CONCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
El caracol es el más rápido (en adaptarse)
Varias especies animales de todo el planeta han demostrado tener una sorprendente habilidad para adecuarse a los efectos del calentamiento global. Algunos lo hacen cambiando su hábitat, otros cambiando sus características
Publicidad
Apenas vive un par de años, es lento como él solo y, además de sus depredadores naturales, los humanos lo consideramos comestible. Vista así la verdad es que la vida del caracol moro no tiene que ser fácil. Y eso sin entrar en lo de andar arrastrando la casa a las espaldas, como un hipotecado cualquiera.
Pero los Cepaea nemoralis (que así se les conoce en el ámbito científico) son más que un gasterópodo lento, viscoso y comestible. Son uno de los ejemplos más llamativos de adaptación a un entorno cambiante, incluso en el contexto de la acción humana con el calentamiento global en ciernes.
En su caso, además, el cambio es el más complicado de todos: están evolucionando genéticamente ¿Cómo? Cambiando el color de su concha y aclarándolo progresivamente como respuesta a la temperatura, ya que se ha demostrado que los ejemplares con una concha más clara tienen una temperatura corporal menor, lo que facilita su adaptación a un clima más cálido.
Por si esto fuera poco, además también están emprendiendo un viaje hacia latitudes más frescas: ya sólo son numerosos en el norte de España, y cada vez son más frecuentes en zonas verdes de países como Holanda, por ejemplo.
Lo que hace el caracol moro es llamativo, aunque no excepcional. Por así decirlo, el suyo es un camino difícil, pero no único. De hecho, hay tres formas de adaptarse a la temperatura cambiante: la más sencilla es desplazarse (hacia el norte y hacia arriba, en altura), la más compleja es la de evolucionar genéticamente como especie y el punto medio es el de que algunos individuos de la especie puedan evolucionar al margen del resto, algo conocido como plasticidad fenotípica. Esto, reservado a un puñado de especies, se ha podido observar por ejemplo con corales a los que se puso a vivir en aguas a una temperatura sensiblemente superior a la que acostumbran.
¿Quiero eso decir que la fauna terráquea podrá sobrevivir a la acción del hombre en el planeta? No. Quiere decir que se ha observado que hay especies que son capaces de adaptarse a los cambios ambientales de forma rápida, la cuestión es si son lo suficientemente rápidos. El número de especies que se haya comprobado que son capaces de hacer algo así no supera el medio centenar en varias décadas de investigación -lo cual no quiere decir que no haya muchas más-, incluyendo salmones, mariposas y plantas como el tomillo. Así pues, la naturaleza no es tan débil como temíamos, pero el problema reside en que nuestra capacidad como especie para destruir el entorno es la más rápida conocida.
Publicidad