COMPORTAMIENTO DE LOS ANIMALES
La ciencia del altruismo
En primavera, insectos como las hormigas, las avispas o las abejas muestran un comportamiento eusocial, una estructura de cooperación que se traduce en una jerarquía con reinas reproductivas y obreras estériles.
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El comportamiento altruista de las hormigas trabajadoras estériles cuidando de la prole de la reina puede parecer sorprendente, pero lo cierto es que es fruto de la selección natural. Las ventajas que confiere que en una colonia haya dos o tres trabajadores sacrificados y dadivosos incrementa el tiempo de vida y el éxito reproductivo de la reina, según concluía el biólogo matemático Martin Nowak, de la Universidad de Harvard, en un reciente estudio del que se hacía eco la revista Nature.
“Haz bien y no mires a quién”, recomienda el refranero popular. Y también los chimpancés llevan miles de años aplicándolo con éxito. Eso es al menos lo que se deduce de un experimento realizado hace algunos años por Felix Warneken y sus colaboradores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzip. Para comprobarlo, los científicos colocaron a un chimpancé semisilvestre en una habitación con una puerta cerrada, desde la cual podía ver unos plátanos a los que sólo se accedía a través de la puerta.
Un segundo primate, que no podía ver la fruta, pero tenía la posibilidad de retirar una cadena para facilitar la salida de su compañero, optaba por ayudarle en un 80% de los casos al ver sus esfuerzos desesperados intentando abrir la puerta. Para Warneken, esta conducta confirma que la raíz del comportamiento altruista es más remota en el tiempo de lo que pensábamos.
No es el único caso de lo que se conoce como altruismo recíproco hallado en el mundo animal. La primatóloga Joan Silk demostró hace unos años que los babuinos hembra más cooperativos tenían más posibilidades de que su primer hijo sobreviviera al primer cumpleaños.
También los murciélagos-vampiro de Sudamérica cooperan alimentándose unos a otros cuando alguno no tiene suerte en su noche de caza. Y en África, los cercopitecos avisan a sus camaradas de la presencia de depredadores incluso si los gritos atraen la atención de las fieras sobre ellos y aumentan el riesgo de ser devorados. Parecen actuar bajo otro popular refrán: “Hoy por ti, mañana por mí”... si es que hay mañana
La idea que cada vez gana más adeptos en la comunidad científica es que, lejos de ser hostiles y competitivos por naturaleza, los seres humanos somos altruistas y cooperadores. Hasta qué punto depende en buena medida de la genética, tal y como los resultados de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bonn. Analizando un gen llamado COMT, los científicos comprobaron que aquellas personas con un tipo de minúscula variante en dicho gen eran el doble de generosas en obras de caridad que quienes carecían de dicha variante.
Después de todo, el altruismo nos sienta bien incluso desde un punto de vista egoísta, ya que la neurociencia ha llegado a la conclusión de que ser altruistas siempre compensa. Según un estudio publicado en la revista Neuron, las actitudes solidarias provocan una descarga de dopamina, un neurotransmisor que activa nuestros centros cerebrales del placer.
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